Cuba, factoría yanqui
Tomado de Ernesto Molina Molina*
La principal obra económica de Rubén Martínez Villena (1899-1934), "Cuba Factoría Yanqui", se extravió durante mucho tiempo. Sólo se conocían el preámbulo y el primer capítulo, que fueron publicados en 1927.
En realidad, como suele suceder, en autores clásicos revolucionarios, sus obras económicas son eminentemente políticas. Por haber sido Cuba la primera neocolonia yanqui, esta obra trasciende su significado más allá de Cuba, y porque Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo (1916), de Lenin, ha sido una obra mucho más conocida, vale la pena acudir a Cuba Factoría Yanqui, hoy que tanto necesitamos contar con una teoría revolucionaria desde el Sur.
Antecedentes
Rubén Martínez Villena (1899-1934), dirigente de la clase obrera y del Partido Comunista, fue ante todo un revolucionario, un político y la mayoría de sus trabajos publicados están dirigidos contra el imperialismo yanqui. Realiza una labor de asesoramiento legal de los obreros en sus demandas económicas a nombre de la Confederación Nacional Obrera de Cuba. Ingresó al Partido en septiembre de 1927. En 1928 es miembro del Comité Central Mantiene una estrecha amistad con Julio Antonio Mella.
Inicia su proceso de aproximación a la realidad política del país en las aulas universitarias. Ingresa en la Universidad de la Habana, cursando estudios jurídicos; participa de las protestas estudiantiles, preludio del movimiento de reforma universitaria de 1923, allí: “estuvo a la cabeza de aquellas protestas, adquiriendo su encendida figura de nítido perfil romántico, relieve de líder”.
Hasta entonces, sus inquietudes únicamente se habían proyectado y expresado a través de la poesía, que cultivaba con pasión desde la adolescencia. Por el momento conjugará la vocación literaria con los intereses políticos. Rubén pertenece a lo más relevante de la generación de jóvenes poetas, escritores y periodistas, representante de la nueva promoción intelectual en búsqueda de renovación cultural, que en 1920 integra la tertulia literaria que se reúne en el café “Martí”. Rubén es reconocido destacadamente por su producción lírica en el movimiento cultural de su época que -entre paréntesis- es uno de los más trascendentes del siglo XX.
Entre las actividades intelectuales que Rubén desarrolla se cuentan, dirigir la página literaria del periódico “El Heraldo”; publicar la revista “Venezuela Libre” primero y posteriormente su heredera ideológica “América Libre”, ambas de proyección latinoamericanista; además mantiene el vínculo del 23 al 28 con el “Grupo Minorista”, conjunto de intelectuales relativamente afines en posiciones artísticas y políticas; Rubén se relaciona con sus miembros y asiste esporádicamente a sus tertulias conminando a los minoristas a tomar partido por la causa revolucionaria.
En 1923 encabeza un pequeño número de intelectuales que protagoniza “La Protesta de los Trece”, denuncia cívica contra la corrupción administrativa del gobierno, problema que constituye el punto de partida de su concepción política. La repercusión que alcanza este acto marca el despertar de los jóvenes intelectuales cubanos a la acción política.
Con la intención de alcanzar una repercusión más vasta, Rubén, con el grupo de los trece y otros, funda la “Falange de Acción Cubana”, que no logra plasmar en realizaciones concretas sus objetivos, pasando sus miembros a integrarse en la “Asociación de Veteranos y Patriotas”, en la que Rubén desde la directiva propugna tomar de hecho el camino de la lucha armada, es traicionado por elementos politiqueros, adquiriendo conciencia de la imposibilidad de conciliar a éstos con los ideales revolucionarios.
Mella y Villena se conocen en 1923, cuando el primero dirige el movimiento de reforma universitaria. Rubén participa en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes y colabora destacadamente, con un grupo de estudiantes y profesionales de tendencias izquierdistas, en la Universidad Popular “José Martí”, cuyo objetivo es convertirse en una cátedra de ideas marxistas para los trabajadores cubanos.
La admiración e interés que había provocado la revolución rusa en todo el continente americano viabiliza la rápida adopción del marxismo por lo más progresista de la juventud cubana, que busca una solución revolucionaria para los problemas del país.
En 1925, Mella es fundador del Partido Comunista y Rubén se aproxima a la nueva doctrina, que ya antes había despertado sus inquietudes. En su evolución Villena avanzará paso a paso, partiendo de su concepción nacionalista y antimperialista, hasta desembocar en el marxismo-leninismo.
Mella y Villena enfrentaron desde un inicio al dictador Machado. Rubén será el abogado de Mella, en el proceso que se le seguirá por su repulsa pública al régimen, y una de las figuras más activas del Comité pro Libertad de Mella, durante la huelga de hambre que éste declara. El vínculo entre Rubén y Mella se mantiene, a pesar del exilio a que es obligado Mella, hasta su asesinato.
Villena se incorpora al Partido Comunista en 1927. Ocupa un cargo en el Comité Central y se convierte también en una figura de alto relieve del movimiento sindical. Su labor es incansable, organiza a los obreros en el Sindicato, las fábricas y los talleres; les representa legalmente como abogado de la Confederación Nacional Obrera de Cuba y de la Federación Obrera de la Habana. Aún enfermo con una grave dolencia pulmonar, no abandona la causa revolucionaria.
En 1930 organiza la huelga de marzo, que lo obliga a salir posteriormente de Cuba, por la persecución de que es objeto. Se dirige a New York, pero la crisis de su enfermedad hace que el Partido lo envíe a la Unión Soviética para su tratamiento.
Ante la perspectiva de conservar la vida a costa de una perpetua inactividad se decide a entregar sus últimas fuerzas a la causa y regresa a Cuba. Dirigió desde su lecho de enfermo la huelga que derrocó a Gerardo Machado (agosto de 1933).
Su pensamiento económico está simultáneamente influido por su labor de asesoramiento legal a los obreros en su lucha económica y por el objetivo político antiimperialista.
Entre los artículos económicos más significativos anteriores a “Cuba Factoría Yanqui”, podemos mencionar a: “Un aspecto del problema económico de Cuba” y “Gonfalón”.
El primer artículo está dirigido al análisis del sector principal de la economía cubana: la industria azucarera. Este análisis será mucho más completo en “Cuba Factoría Yanqui”, pero ya señala entonces 4 argumentos centrales:
• Cuba atraviesa actualmente una gravísima crisis económica, estrechamente vinculada al precio del azúcar.
• El precio del azúcar se fija en el extranjero de acuerdo con intereses extranjeros.
• La utilidad real que reporta la venta del producto queda en manos extranjeras.
• La parte de utilidad que aparentemente queda en Cuba, llega a manos extranjeras después de una efímera permanencia entre nosotros.
El hecho de que el azúcar sea refinado en los Estados Unidos, hace que Cuba “tenga” que vender su azúcar bruto al refinador norteamericano. Wall Street fija el precio del producto nacional y a ese precio lo adquiere (precio de monopolio). El hacendado cubano o extranjero cubre los gastos del central y obtiene beneficio, aún cuando vende al bajo precio de dos centavos. Pero el ingenio le paga al colono en azúcar: cierto número de arrobas por cada tonelada de caña. Y un precio bajo no cubre los gastos del colono, siembra, corte y tiro de cañas. En una economía monoproductora como la cubana, los ingresos obtenidos se gastan mayoritariamente en artículos importados ¿de dónde? de Estados Unidos.
El ingenio prohíbe en sus pseudocontratos de colonato dedicar las tierras que se arriendan a la siembra de otra planta que la caña; una legislación restrictiva e imprudente sobre tala de montes, casi imposibilita el cultivo de frutos menores; y, a más de eso, la falta de medios de transporte, y el elevado flete ferrocarrilero, son todos ellos motivos que concurren a producir este resultado: en Cuba no se siembra sino caña.
Villena deja muy claro que la monoproducción es impuesta por el dominio del imperialismo norteamericano sobre la economía cubana y con la complicidad de los hacendados nacionales y extranjeros. De allí que Villena proponga solución revolucionaria a esta situación:
• Nacionalizar la industria azucarera e impedir el traspaso de las tierras a manos de empresas extranjeras.
• Eliminar el sistema de “pseudocontratos” de colonato, con todos los abusos que ello conlleva, mediante la “municipalización” de los bateyes. Ello supone que en los bateyes han de regir las leyes de Cuba, porque son territorio cubano y por tanto, no tienen por qué regirse por leyes y normas del capital extranjero.
• Promover la diversificación económica del país: estimular la iniciativa privada, fomentar la agricultura, fundar granjas, escuelas, premios, crear bancos agrícolas que refaccionen a los agricultores que se dediquen a la siembra de frutos menores y a la cría de aves y cerdos, llevar adelante un plan de carreteras y caminos, obligar al nativo para que siembre lo que necesite para comer.
• Repartir las tierras: “un Gobierno agrarista sería un obstáculo muy serio para la marcha arrolladora del imperialismo yanqui”.
Como puede apreciarse, este “programa” aún no es socialista, y, sin embargo, al atentar contra los intereses del capital predominante en la economía cubana -el capital norteamericano- es eminentemente revolucionario.
En el artículo “Gonfalón”, Villena extiende su visión antimperialista más allá de Cuba, en búsqueda de una unidad latinoamericana popular, por encima de los gobiernos burgueses aliados al imperialismo:
La hipocresía de los gobiernos ha desprestigiado la fórmula de “unión internacional”; la unión de las naciones es en realidad el acuerdo y la alianza de los gobiernos para el provecho particular de ellos y de las respectivas burguesías que representan, ese injusto, pero innegable descrédito de la hermosa expresión internacionalista, nos ha decidido a emplear otra palabra y construir con ella una nueva fórmula: “unión interpopular”, que significa propiamente unión de los pueblos entre sí: fórmula que no podrá adulterarse, por el inequívoco significado del distinto vocablo que la integra; unión que ha de predicarse y hacerse “a pesar” de la unión internacional de los gobiernos.
Cuba, Factoría Yanqui
“Cuba, Factoría Yanqui” consta de una introducción y 12 Capítulos. Esta obra fue escrita con el objetivo de que Julio Antonio Mella la presentara al Congreso Mundial contra el imperialismo y la opresión colonial, que tendría lugar en Bruselas, Bélgica, el 15 de abril de 1927.
• Raúl Martínez Villena se basa en datos oficiales publicados por el gobierno de Washington o por el gobierno de Machado.
• En la introducción se destaca cómo el dominio yanqui económico y político sobre Cuba, a través de la industria azucarera, era un paso estratégico hacia el dominio en nuestra América.
• Este dominio sobre Cuba es presentado por Villena a través de los siguientes aspectos:
1. Empréstitos contraídos por el Estado cubano: En un cuarto de siglo Cuba había recibido diez empréstitos por valor de $167, 250,000, de los que debía 92,609,400, todos ellos, en lo fundamental procedentes de casas de préstamos estadounidenses, como la famosa casa bancaria de J.P. Morgan.
Empréstitos a empresas industriales y mercantiles: 32 empréstitos, cuya ascendencia era de $ 181, 074, 000. Este total era mayor que el de los concertados con iguales empresas de Argentina, Brasil, Colombia y demás países de América Latina.
2. El Comercio Exterior. Saldo negativo en la balanza comercial: “La Balanza Comercial, o sea, la relación entre el valor respectivo de las mercancías importadas y las exportadas, es la más segura y sencilla forma de medir económicamente la prosperidad o la decadencia de un país”.
Las estadísticas de la época publicaban al mundo una bonanza y prosperidad económica en la Isla que no era cierta. Según dichas estadísticas, el nivel de nutrición de Cuba iba gradualmente en ascenso, presentando una diferencia favorable a Cuba en su balanza comercial. Sin embargo, el volumen de las importaciones de Cuba era mayor que el de las exportaciones. (Con respecto a esto, Villena expuso cómo siendo Cuba un país eminentemente agrícola, importaba casi la totalidad de los alimentos que consumía la población y que estas importaciones eran mayores que las exportaciones que se realizaban).
La Isla importa mucho más de lo que exporta. Se importan productos primarios de primera necesidad (como carnes, pescados, aceites, productos derivados de la leche, etc.) y productos elaborados, minerales, maquinaria y aparatos. Nuestras exportaciones se concentraban en productos de la industria azucarera (azúcar crudo y mieles) (88,6% del total exportable entre 1912 y 1923). Pero es que esa industria en 3/4 de su producción pertenecía a compañías estadounidenses. Ni siquiera el valor de venta de esos productos pertenecía a Cuba.
3. La Tierra. Dominio yanqui sobre la tierra: “La forma más efectiva de la absorción económica y que constituye el símbolo real del apoderamiento de un país, es la adquisición de su tierra, la constitución del derecho sobre la más caudalosa y directa fuente de riqueza”. A fines del siglo XIX, la tierra pertenecía en su totalidad a cubanos y españoles y ya en el siglo XX, los norteamericanos adquieren prácticamente la 1/6 del territorio de la Isla y un 16,7% de su tierra cultivable.
4. Minas. Dominio yanqui sobre las minas: Dominan sobre el hierro, el cobre, el manganeso, el asfalto. “En resumen, puede decirse que todas las minas de hierro, oro y asfalto, y la explotación de la casi totalidad de los depósitos de cobre, petróleo, cromo y manganeso, pertenecen a compañías estadounidenses.”
5. Comunicaciones. Dominio yanqui sobre el sector de comunicaciones: electricidad, teléfonos, ferrocarriles y tranvías. Sólo el correo y el telégrafo pertenecían al Estado Cubano.
6. Plantas Eléctricas. Dominio yanqui sobre las plantas eléctricas: Las empresas norteamericanas se habían apropiado del monopolio de la electricidad en todo el país, con el apoyo de los presidentes de turno y con fachada y nombres cubanos: el capital de la Compañía Cubana de Electricidad pertenecía a una subsidiaria de la General Electric norteamericana.
7. Bancos. Dominio yanqui sobre la actividad bancaria: los Estados Unidos ejercen un monopolio crediticio en la Isla, la parte mayor y más poderosa de la banca pertenece a los yanquis.
8. Comercio. En el comercio domina el capital español, aunque ya comenzaba a penetrar el capital yanqui: Todos los muelles de la Bahía de la Habana eran yanquis, así como 13 comercios importadores de gomas de automóviles, de 7 comerciantes importadores de azúcar, 3 eran yanquis; 5 casas importadoras de locomotoras y los contratistas de las obras constructivas más importantes, eran también yanquis.
9. Industrias varias. Absorción de la industria por el capital yanqui: La única refinería existente en el país era propiedad norteamericana, la mayor fábrica de chocolate, la distribución y captación de aguas minerales.
10. Industria tabacalera. Las más grandes fábricas de tabaco, las mejores vegas en Pinar del Río: la segunda industria de Cuba comenzada a pasar a manos yanquis.
11. Industria Azucarera. Dominio yanqui sobre la industria azucarera:
• El 85% del azúcar que Cuba produce se exporta a EUA.
• El capital norteamericano invertido en el negocio: $ 750,000,000.
• Más de 1/10 del territorio nacional está dedicado a ese cultivo.
• El 78,91% de la producción de azúcar es de E.U.A. (4/5 de la producción de azúcar de Cuba es propiedad yanqui).
• La utilidad real que representa la venta del producto va directamente (en un 80%) a manos yanquis.
• El precio del azúcar se fija en el extranjero, de acuerdo con intereses extranjeros, se trata de un precio coercitivo, eminentemente político, que impone la nación opresora sobre la oprimida.
• La utilidad que reporta la venta del producto va directamente a manos yanquis.
• La pequeña parte de la utilidad nacional llega también a manos yanquis después de una efímera permanencia en manos cubanas.
12. El capital yanqui impuesto en Cuba. Raúl Martínez Villena muestra también el papel tan relevante que desempeñaba Cuba para EE.UU. como destino de inversiones: 13,45% del total invertido en el mundo en 1927.
Para demostrar la concentración de las inversiones yanquis en el continente, muestra un cuadro estadístico, donde aparece el desarrollo de la distribución geográfica de las mismas en los años 1900, 1915, 1925, demostrándose un aumento extraordinario de las inversiones yanquis en Cuba: de 100 millones de dólares a 1140 millones.
Todas estas cifras son datos oficiales del gobierno yanqui publicados en la Revista Panamericana, que editaba EUA.
Cuba ocupa indiscutiblemente el primer lugar en la escala de los países esclavizados por el imperialismo capitalista de EUA"... "la nación por ende, más esclavizada de Wall Street, es una semicolonia: una factoría yanqui".
Rubén Martínez Villena escribe también: "Los tres sectores fundamentales del proletariado cubano", documento de circulación interna del Partido en febrero de 1930.
Al caracterizar los 3 sectores: tabacalero, azucarero y ferroviario, Villena afronta la problemática de cómo las firmas norteamericanas reubican sus instalaciones fabriles en lugares en los cuales pueden obtener mayores ventajas que en los sectores originales, al poder pagar salarios más bajos.
De publicarse de nuevo Cuba, Factoría Yanqui, valdría la pena incluir estos artículos que citamos aquí.
En mayo de 1933, Rubén Martínez Villena publica: "Las contradicciones internas del imperialismo yanqui y el alza del movimiento revolucionario”, en Mundo Obrero, New York.
Desde el punto de vista político, este artículo es muy importante por la correlación dialéctica que Villena establece entre las formas de lucha económica (huelgas en los centrales, unidad entre el obrero agrícola y el obrero del central, unión del blanco y el negro, del nativo y el extranjero, unión del obrero y el campesino) y las formas de lucha política (de las formas más elevadas de la huelga a las primeras formas de insurrección armada).
Villena llega a afirmar que Cuba constituía en ese momento el eslabón más débil de la cadena imperialista en el Caribe.
Desde el punto de vista económico este artículo es muy importante, porque explica por primera vez en Cuba, el papel que puede desempeñar las primeras tarifas proteccionistas que en un país dependiente se establecían para defender la industria nacional. En octubre de 1927, Gerardo Machado estableció esos aranceles. Villena plantea como ello estimuló el establecimiento de nuevas empresas americanas en Cuba, toda la industria de medias, ropa interior, etc. industria alimenticia y de artículos de consumo. "Las tarifas proteccionistas en los países coloniales tienen como resultado estimular nuevas inversiones de capital extranjero".
De hecho, se comenzaba a producir en Cuba la industrialización dependiente, sí se introducían "nuevas" tecnologías, se trasladaban hacia Cuba determinadas producciones industriales o partes de determinados procesos de producción que resultaban así más ventajosos para los monopolios: trasladaban sus dificultades internas hacia Cuba, donde las jornadas de trabajo podían ser más las largas e intensas, salarios deprimidos, fuerza de trabajo abundante, apoyándose en el desempleo crónico, el subempleo y la marginalidad existente en el país. Frente a todo esto, el movimiento obrero cubano tenía que organizar todas sus formas de lucha.
La vigencia del análisis de Villena se aprecia muy especialmente en esta época de globalización neoliberal, cuando las cadenas productivas han potenciado a un nivel superior la industrialización dependiente, algo que hoy es válido, incluso para entender lo que puede significar la integración de América Latina y el Caribe con Estados Unidos, es decir, lo que se pretendió imponer con la Asociación de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y a lo que no se renuncia por las oligarquías locales aliadas a su amo del Norte: el traslado a gran escala de las dificultades internas del capital monopolista norteamericano hacia América Latina y el Caribe, mediante su industrialización dependiente.
Notas
1 Rubén Martínez Villena: “Poesía y Prosa”, Tomo II, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1978.
2 Hoy está publicada en el Tomo II de “Rubén Martínez Villena: Poesía y Prosa”, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1978.
3 Raúl Roa: Una semilla en un surco de fuego, p. 20, “Órbita de Rubén Martínez Villena”, Col. Órbita, Ediciones Unión, La Habana, 1964.
4 Ver: Rubén Martínez Villena: “Poesía y Prosa”, Tomo II, pp. 76-87, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1978.
5 Rubén Martínez Villena: Ibidem, p. 81-82.
6 Rubén Martínez Villena: Ibidem, p. 81.
7 Rubén Martínez Villena: Ibidem, p. 83.
8 Rubén Martínez Villena: “Poesía y Prosa”, Tomo II, p. 120, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1978.
9 Ibidem, p. 127.
10 Ibidem, p. 130.
11 Ibidem, p. 163.
12 Ibídem, p. 164.
13Ibídem, p. 236.