Para muchos, las medidas tomadas para el control de los precios altos son muy pocas y no siempre se cumplen. Para otros, el mercado de oferta y demanda debe regular el precio. Sin creer que unos u otros tienen la razón, surge la resolución 225 de este 2024 emitida por el Ministerio de Finanzas y Precios en Cuba.

El control de precios es una política económica que se ha aplicado para contener procesos hiperinflacionarios; en el marco de políticas sociales para dar acceso a bienes y servicios de primera necesidad; y en el marco de políticas de regulación de mercados caracterizados por la presencia de monopolios naturales, en donde la existencia de un solo productor hace necesaria la fijación de un precio que refleje condiciones de competencia perfecta.

La resolución 225/2024 del MFP surge en momentos en que la inflación golpea con fuerza la economía doméstica nacional sin que se aprecie una solución en el corto ni mediano plazo para minimizar sus efectos.

La resolución en sí, está dirigida, en primer lugar, a exonerar del pago del Impuesto Aduanero a las importaciones de los productos que se relacionan en su Anexo Único, que forma parte integrante de la misma. Es decir, establece en primer lugar un estímulo a la importación de estos productos y de hecho contribuye a evitar que los costos del importador aumenten por causa de este impuesto, por lo que al disminuir el costo por no pagar impuesto se está evitando un incremento del precio final al consumidor, hay que tener en cuenta que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha crecido con una variación interanual del 30,8 por ciento.

En correspondencia con ello, establece en su resuelvo segundo los precios minoristas máximos a aplicar en la comercialización de seis productos seleccionados (Pollo troceado, Aceite comestible, Leche en polvo, Pastas alimenticias, Salchichas, Detergente en polvo) a los que se les exime del pago de impuesto aduanero, previendo con ello que no aumenten los precios. Así también regula que, en la formación de los precios minoristas de estos productos, los actores económicos reconozcan hasta un treinta por ciento (30 %) de margen de ganancia sobre costos y gastos, siempre que no excedan los precios definidos para estos productos. Les está aprobando un margen de ganancia contra gastos y costos que en buena lid es muy superior al margen de ganancias que se aprueba para las empresas estatales, por lo que da oportunidad a que se continúen teniendo altas ganancias por estas ventas.

Siempre me gusta darle dos miradas a cada fenómeno económico para poder tener distintas lecturas. Una de ellas es que: más que tratar de regular un precio para hacerlo asequible a la capacidad de compra del salario medio nominal; se trata de evitar que siga creciendo el precio de estos productos de forma indiscriminada y sin control en un mercado que tiene una alta demanda que la oferta no satisface; y esta ley económica, cuando actúa de esta manera, es el caldo de cultivo apropiado para el incremento de los precios.

Por otro lado, no tiene el alcance esperado pues para nadie es un secreto que la capacidad de compra del salario está muy deteriorada, los precios al consumidor crecen por días, y este precio se correspondía con los precios impuestos por el sector privado de la economía nacional que importaba estos productos adquiriendo la divisa para importar a una tasa de cambio informal que casi rozaba los 400 CUP por 1 dólar.

Ha habido una respuesta en el mercado financiero a ese tope de precios, ha disminuido la tasa de cambio informal cerrando la primera decena de agosto a 320 CUP por 1 dólar. Por lo que, manteniendo la comercialización a los precios topados, aumenta la ganancia del importador que necesita menos CUP para obtener un dólar que en el momento en que se tomó la medida.

Son los riesgos que se toman en este tipo de medidas reguladoras de precios, porque la economía no es estática, como ciencia que es, actúa mediante leyes y a cada acción hay una reacción en el mercado.

Impacto de la medida y logro del efecto deseado

Para pensar en el logro del efecto deseado debemos ir a la historia. La regulación de precios no es una experiencia ni un invento cubano. El libro “4000 años de controles de precios y salarios” fue escrito en 1979 por Robert Schuettinger, quien era director de estudio de The Heritage Fundation, y Eamonn Butler, doctor en Economía de la Universidad St. Andrews de Escocia. Este volumen es un increíble resumen del fracaso de todos los intentos por poner coto a valor de productos y servicios a lo largo de la historia de la humanidad. Su subtítulo es “Cómo no combatir la inflación”

Experiencias internacionales se sobran: desde el antiguo Egipto, por ejemplo, durante siglos el gobierno egipcio trató de mantener el control de la cosecha de granos, sabiendo que el control de la comida es el control de la vida. Utilizando el pretexto de prevenir el hambre, el gobierno gradualmente reguló más y más los graneros; la regulación llevó a la dirección y finalmente a la apropiación: la tierra se convirtió en propiedad del monarca y era rentada por él a los agricultores.

Al otro lado del mundo, los gobernantes de la antigua China compartían la misma filosofía paternalista que se encontrara entre los egipcios y babilonios y que sería luego compartida por los griegos y los romanos. En su estudio The Economic Principies of Confucius and His School, el erudito chino Dr. Huan-Chang Cheng, afirma que las doctrinas económicas de Confucio sostenían que “la interferencia del gobierno es necesaria para que la vida económica y la competencia sean reducidas al mínimo”.

Sin embargo, los resultados no fueron muy favorables. “Según la historia”, afirma el Dr. Cheng, “cada vez que el gobierno tomaba cualquier medida minuciosa, fracasaba, con pocas excepciones… desde la dinastía Chin (221-206 AC), el gobierno de la China moderna no ha controlado la vida económica del pueblo como lo hacía el gobierno de la antigua China”. Aparentemente, los mandarines chinos aprendieron de la experiencia.

En el pasado reciente, a inicios de 2019, la producción de carne de cerdo en China, mayores consumidores en el mundo, sufrió un deterioro provocado por una epidemia en el sur del país. En cualquier otro lugar el gobierno hubiera tomado medidas regulando el precio por la deficiente oferta que eso generó ante la alta demanda. Sin embargo, no lo hizo, sencillamente inyectó financiamiento en la zona norte no afectada por la epidemia incrementando las producciones en esa zona, lo que logró el equilibrio necesario entre oferta y demanda para que el precio no se disparara.

La Roma antigua no estuvo exenta tampoco de regulaciones de precios. El más famoso, y el más extensivo intento de controlar precios y salarios, ocurrió durante el reinado del Emperador Diocleciano, quien vio poco después de su asunción al trono, en el año 284, cómo los precios de las mercancías de todo tipo y los salarios de los trabajadores alcanzaron niveles sin precedentes; entonces se puso a regular los precios de todas las cosas vendibles.

Hubo mucha sangre derramada sobre cuentas triviales e insignificantes; y la gente no llevó más provisiones al mercado, ya que no podían obtener un precio razonable por ellas y eso incrementaba la escasez, tanto, que luego de que varios hubieran muerto por ella, fue dejada de lado.

En la Revolución Francesa, durante los veinte meses comprendidos entre mayo de 1793 y diciembre de 1794, el gobierno revolucionario de la Nueva República probó casi todos los experimentos de control de precios y salarios que se hubieran intentado antes. La primera de estas leyes dirigida a mantener los precios bajos, fue aprobada por el Comité de Seguridad Pública el 3 de mayo de 1793, junto con un impuesto progresivo a los ricos y una ley de préstamos forzosos. Los intentos de controlar los precios de los alimentos estaban claramente destinados al fracaso: muchas áreas de Francia no esperaron que el gobierno nacional actuara sino que derogaron la odiada ley por voto popular.

Experiencias también hubo en Alemania durante la Primera Guerra Mundial. El experimento de mayor profundidad y alcance que se realizara en Europa para implementar la política de precios fijos, fue el del gobierno alemán posterior al estallido de la guerra en agosto de 1914. Sin embargo, el gobierno Imperial simplemente no pudo impedir el alza en los costos de los alimentos. Años después, cuando Hitler implanta el congelamiento de precios en 1936, incluye una constelación variada de artículos en un programa histórico único y arbitrario.

En nuestro continente, Brasil intentó fijar los precios del café entre los años 1924 y 1931. La medida fue definida como un fracaso rotundo desde su implementación, y ese fracaso precipitó un cambio de gobierno en el país.

En la URSS, si se considera que en la planificación soviética existen diez millones de precios distintos, resulta posible tener una idea de la naturaleza de la tarea de regulación en la economía soviética. Los incrementos en los precios tuvieron lugar a pesar de las caídas de precios prometidas en varios y sucesivos Planes Quinquenales; aparentemente fueron el resultado de un gran incremento en los créditos a corto plazo y al dinero otorgados por el Banco Estatal en la década del treinta. En el período comprendido entre 1929-1941 el circulante se incrementó casi ocho veces.

EEUU durante la Segunda Guerra corrió con la misma suerte en el intento por regular precios. Desde enero de 1941 hasta octubre de 1942, el gobierno intentó contener los inevitables aumentos originados tanto en los precios como en los salarios por medio de controles voluntarios y persuasión moral. Ni siquiera 60.000 burócratas que contaban con el respaldo de 300.000 voluntarios, fueron capaces de superar el ingenio de millones de personas que encontraron mecanismos para evitar los controles de precios y salarios que se oponían a su sentido personal de la justicia.

Por eso, a tenor con los ejemplos que nos deja la historia; que no son solo estos, son muchos más; atreverse a predecir un resultado es muy complejo dadas las condiciones de la economía cubana. A ello le sumamos que el precio regulado no resuelve el problema de la capacidad de compra del salario, ni disminuye el Índice de Precios al Consumidor, sino que reafirma en un tope precios que ya estaban establecidos y que afectan a más del 80 por ciento de la población.

A mi criterio personal, la única medida que regula precios y disminuye la inflación es el aumento de la producción de bienes y servicios. Invertir en esta producción de bienes que generaría más oferta en el mercado, oferta que se encaminaría a buscar el equilibrio con la demanda.

Por otro lado, invertir en esta producción de bienes y servicios generaría empleo y mejoras salariales. Alguien podría decir que mayores salarios pudieran incidir en el aumento inflacionario por tener mayor circulación monetaria. Sí, puede ser; pero ese efecto disminuiría en la medida que la oferta crezca y se equilibre con la demanda. Una cuestión de ley económica.

Otras medidas en el pasado reciente

En varias provincias cubanas desde mediados de 2022 se han tomado medidas regulando precios, fundamentalmente de productos agrícolas y de otros alimentos. Ello no ha logrado los objetivos propuestos. Ha pasado lo mismo que hemos expuesto anteriormente a lo largo de la historia: se han movido productos a otras provincias, sobre todo a la capital, donde los precios son mayores; se han limitado ventas y escondido productos; se ven pocos productos en ferias que es donde más se controla el precio, pero la mayoría va a parar a manos de intermediarios y terceros que venden en la calle a precios altos.

Se necesitaría un ejército de inspectores para poder llegar a cada vendedor todos los días y controlar el cumplimiento de las regulaciones, lo cual supondría otro problema, pues incrementaría el gasto de un presupuesto ya con déficit fiscal alto. Se crea otro problema peor.

Es justo un solo precio para todas las provincias del país

Este tema tiene también dos miradas. Por un lado, en cada territorio los costos finales sobre un mismo producto no son los mismos. Por ejemplo, un contenedor de pollo que se recibe en el puerto de Mariel, pero su destino es Pinar del Rio o Camagüey, no asume los mismos gastos de transportación, manipulación, estadía, u otros que toma ese mismo contenedor con destino a Artemisa o La Habana. Eso nos puede dar la imagen de que el precio en Pinar y Camagüey debe ser mayor que en Artemisa o La Habana, y es justo.

Por otro lado, se dice que los precios aprobados son “minoristas máximos”, eso quiere decir que por debajo de ese valor usted puede operar. El máximo aprobado da margen a esos costos diferenciados. Nadie obliga a un comerciante a vender en Artemisa o Pinar del Rio el pollo a 680 CUP el kilogramo, lo que sí está obligado es a no venderlo por encima de eso. Pero como los costos son diferentes en un lugar u otro, entonces en Artemisa se debe vender a menor precio que en Pinar del rio.

Otras experiencias actuales internacionalmente

Se podrían incluir muchas experiencias más, porque ante un problema inflacionario como el que atraviesa la economía internacional desde la crisis iniciada en 2019, y que cinco años después aún está en etapa de recesión, los gobiernos tratan de tomar medidas para establecer regulaciones de precios.

Por ejemplo, en España la regulación del precio de algunos productos básicos, como el pan, estuvo vigente durante el franquismo hasta los primeros años de la democracia. Recientemente, en 2022 el Estado intervino en la regulación de los precios en sectores como la energía, la telefonía, los medicamentos y los productos sanitarios y las tasas de las universidades. Algunas administraciones autonómicas intervienen en otros capítulos como el transporte público. En otros países europeos también hay regulación de los precios de algunos productos.

En Argentina, por ejemplo, en respuesta a la hiperinflación reciente, el gobierno lanzó el programa “Precios Justos” mediante la publicación de la resolución n° 823 del Ministerio de Economía, el 10 de noviembre de 2022. El programa tiene como finalidad fijar los precios de venta al consumidor, de una serie de productos definidos por la autoridad. La implementación del programa consiste en la firma voluntaria de un convenio entre el Ministerio de Economía y distribuidores mayoristas y minoristas, en el cual se determina el precio fijo al que se venderán los productos incluidos en el convenio.

En el caso de Colombia, el artículo 60 de la Ley n° 81 (1988) autoriza la intervención estatal en los precios de los bienes y servicios en las siguientes modalidades:  Control directo: mediante el cual la autoridad establece un precio máximo y/o un precio mínimo. Libertad regulada: mediante la cual la autoridad establece una metodología de cálculo para determinar el precio. Libertad controlada: por la cual los agentes del mercado tienen libertad para fijar los precios, sujetos a la obligación de informar a las autoridades.

Todos los países utilizan mecanismos de control de precios. Lo que estos procesos regulatorios deben ser transitorios, estarán siempre en correspondencia con la coyuntura económica concreta de cada país o región. La dinámica económica es más rica que una regulación. Hay que tener en cuenta, siempre, factores internos y externos que actúan sobre los precios.

Para Cuba, desde el punto de vista económico, era necesario hacer esta regulación en un momento dado, pero deben tenerse en cuenta otros factores vinculados a ella para poder tener el resultado esperado.

Primero, entender que debe ser transitoria; segundo, que guarda relación con la tasa cambiaria y el costo de la divisa en el mercado financiero informal, por lo que regular la tasa cambiaria desde el Estado podría tener efectos positivos en el precio en un periodo más corto y, por otro lado, que al no resolver el problema de la capacidad de compra del salario nominal no resuelve definitivamente el inconveniente.

Si se guarda la medida como algo ya aprobado y no como algo que hay que revisar a diario a tenor con los otros cambios necesarios, estaríamos llegando a un resultado que tendría más penas que glorias.


Para el acervo económico

Y en este proceso de aprendizaje les quiero comentar sobre otro término económico muy usado para medir el desarrollo económico de un país, que tiene que ver con los temas de precios que nos ocupan, pero que muy pocos sabemos de dónde sale. Me refiero a la inflación, ese enemigo tenebroso de nuestros bolsillos.

La inflación es el aumento generalizado del nivel de precios en una economía e implica una pérdida en el poder de compra del dinero. Es decir, las personas cada vez podrían comprar menos con sus ingresos, ya que en períodos de inflación los precios de los bienes y servicios crecen a una tasa superior a la de los salarios.

La explicación, generalmente aceptada, es que la inflación es causada por el exceso de dinero en circulación. Tal y como señala el famoso economista Milton Friedman, “la inflación ocurre cuando la cantidad de dinero se eleva apreciablemente en forma más veloz que como lo hace la producción, y cuanto más rápido sea el aumento en la cantidad de dinero por unidad producida, mayor será la tasa de inflación”.

No debemos olvidar que la inflación se relaciona con distintas variables, como el tipo de tasa de cambio y las tasas de interés. Es por eso que, a mi modesto parecer, la única solución a la inflación y a los altos precios es elevar los niveles de producción de bienes y servicios, elevar la oferta en el mercado.

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