El economista y profesor universitario japonés, Guy Kawasaki, dijo en una ocasión que: “La mejor razón para iniciar una empresa es que esta tenga sentido, sentido para crear un producto o servicio que la sociedad necesite, y de esta forma hacer un mundo mejor.”  Y hoy la sociedad cubana necesita mucho…  y de todo.

En la realidad económica global es común hablar de emprendimientos. Actualmente, en el ecosistema empresarial internacional, y en las propias relaciones económicas internacionales, confluyen la propiedad privada, estatal, mixta y cooperativa. Es frecuente el reconocimiento a la eficiencia solo cuando se trata de emprendimientos de iniciativas privadas, asociadas al uso de tecnologías novedosas.  En lo personal, considero que muchas de las potencialidades del emprendimiento son desconocidas aún por los propios actores económicos en el mercado nacional.

En la realidad económico social de Cuba emprender constituye un reto. La Conceptualización del Modelo Económico y Social expone los objetivos estratégicos de las transformaciones en Cuba, constituyéndose en un documento programático que define los fundamentos de la sociedad que se desea, sin embargo, no hace referencia al emprendimiento.

En clara materialización del anterior documento, el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 (PNDES), en el eje estratégico Potencial humano, ciencia, tecnología e innovación; plantea el impulso de “una cultura que propicie la vocación científica, innovadora y emprendedora en todos los niveles de la sociedad, especialmente en edades tempranas”.

Y este enfoque innovador y emprendedor debe abarcar todas las empresas independientemente de su forma de propiedad y gestión.

En la práctica internacional se privilegian las potencialidades de iniciativas productivas y novedosas, a tal punto de arriesgarse al fracaso cuando existen proyectos prometedores. En el contexto cubano, el componente social y medioambiental tiene un peso importante en el acompañamiento de la factibilidad del negocio, pero aún prevalecen enfoques que no garantizan un desarrollo sostenible.

¿Por qué hago esta introducción tan larga?  Les propongo una mirada a cómo ha cambiado el entorno emprendedor en el país y quiénes son hoy nuestros emprendedores.

En el entorno, tanto local como Nacional, desde el año 2021, con la aprobación de las micro, pequeñas y medianas empresas privadas, al retomar la formación de cooperativas con carácter privado, se ha fomentado una cultura del emprendimiento… pero, ¿serán realmente emprendedores todos los que se sumergen en el mundo del negocio privado?

En Artemisa, por ejemplo, desde octubre de 2021 hasta junio 2024 se habían constituido 418 mipymes, ocho estatales y 410 privadas. De ellas, 163, el 39 por ciento, se dedican a la comercialización de alimentos; más de un tercio de empresas que no producen y solo revenden productos importados. En contraste, solo 30 de ellas se dedican a la producción industrial, algo que se requiere transformar si hablamos de emprendimientos en función de las estrategias de desarrollo territorial.

En igual periodo de tiempo crecieron las llamadas cooperativas no agropecuarias, llegando a 72 en total. Y digo “las llamadas cooperativas no agropecuarias”, porque los que me siguen saben mi renuencia a aceptar la clasificación de agropecuarias y no agropecuarias en ese intento de separar y no parecernos al mundo. Cooperativas son todas las que el régimen de propiedad sea colectivo y se dediquen a producir bienes, servicios o ambos.

De igual manera, crecen los proyectos de desarrollo local en una provincia que hasta finales de 2021 prácticamente estaba en cero, llegando a 88 emprendimientos. Importante papel ha jugado en ello en esta etapa el Centro de Gestión del Desarrollo Territorial adjunto al gobierno provincial.

Han crecido, también, los llamados emprendedores individuales, los trabajadores por cuenta propia que en cifra de 22 mil 425 llenan cada calle de la provincia en sus diferentes manifestaciones. De ellos, 754 comercializadores minoristas y mayoristas de bienes de consumo, más de 2400 dedicados al alojamiento y la venta de comida elaborada. Servicios que no muestran en la práctica mucho emprendimiento real, solo comprar y revender y en algunos casos elaborar.

Pero ¿por qué mi desafuero hoy con los emprendedores y el emprendimiento?

Es una práctica extendida en todo el país que estos llamados emprendedores no innovan nada, no emprenden. Hay un incremento sostenido del comercio mayorista y minorista. Muchas mipymes que debían producir bienes y servicios se han dedicado a la importación y comercialización mayorista de productos de primera necesidad (alimentos, bebidas, productos de aseo), dejando a un lado la producción de bienes y otros servicios.

Una cadena de compras y ventas que ha incrementado el valor en el mercado de los productos y enriquecido las arcas de los que se han lanzado en ese océano de posibilidades, porque el Estado no tiene la capacidad de satisfacer la demanda de bienes de consumo como hizo durante más de 50 años.

En este momento de cambio, y véase el cambio desde cualquier óptica, se necesita el resurgir de ideas que coadyuven a salvar las economías y la especie humana en su conjunto –no solo idealistas al estilo de Da Vinci, Copérnico, Marx– se requieren emprendedores más a lo Bill Gate, Jeff Bezos, Jack Ma.

Pero se requiere en realidad una pléyade de emprendedores diferentes de los anteriores, que logren ver en el futuro oportunidades para asegurar la convivencia entre desarrollo económico, producción de riqueza, y sociedad sostenible con equilibrios sociales. Esto último es una necesidad para nuestro sistema social.

Bajo estos efectos, a diario nuevos emprendedores lanzan al mercado sus proyectos, pero las estadísticas internacionales dicen que muy pocos logran sobrevivir a la competencia, las crisis, y por sobre todo al efecto de políticas que, en correspondencia con el sistema social que defienden, evitan por todos los medios que crezca el número de personas con altos beneficios.

Es por ello, que no nos debe sorprender que comiencen a quebrar mipymes y a cerrar negocios de trabajadores por cuenta propia. Es algo propio del mercado y de las políticas económicas que se definan.

Por ejemplo, entre noviembre de 2023 y marzo de 2024, en los primeros seis meses de gestión del actual presidente Javier Miley, han cerrado 3 mil 559 empresas en Argentina, de ellas, el 99 por ciento son pymes. En esa etapa, más de 136 mil trabajadores perdieron su empleo.

Por acá, continuamos defendiendo el desarrollo local y la implementación de economía circular a partir de incrementar la participación de los nuevos emprendedores en el entramado económico de los municipios, y eso es positivo. Más aun con las nuevas facultades recién aprobadas a los gobiernos municipales, quienes asumirían la aprobación de estas formas de gestión, algo hasta ahora realizado desde el Ministerio de Economía y Planificación.

Pero ¿qué es un emprendedor? Pues una persona que tiene la capacidad de descubrir e identificar algún tipo de oportunidad de negocios. Así, en base a ello, organiza una serie de recursos con el fin de darle inicio a un proyecto empresarial. Suele entenderse como aquel que se convierte en creador o fundador de una iniciativa de negocios o empresarial. De ese modo, asume una serie de riesgos, en mayor parte, de carácter financiero o económico.

La capacidad de innovación que debe poseer un individuo emprendedor debe suponer habilidades para diferenciarse del resto de competidores del mercado. Ser único, y novedoso, en un sector puede ser una buena manera de comenzar un proyecto empresarial y dar un empujón inicial a una idea.

Y todos estos términos que comenzamos a escuchar (mercado, competencia, negocio, gestión, finanzas, créditos, proyecto, planificación) deben engrosar el acervo de nuestros nuevos emprendedores si quieren triunfar. Pero, sobre todo, se necesitan emprendedores reales, que produzcan bienes y servicios a partir de una idea o un nicho en el mercado… ya de revendedores estamos llenos.

Revendiendo lo que se importa no se desarrolla una economía, es imprescindible producir bienes y servicios, desarrollar la industria manufacturera, la producción de alimentos. Estos son elementos que deben tener en cuenta los gobiernos locales cuando asuman su nuevo rol de aprobar los proyectos a nivel municipal.

Lograr un auge de la iniciativa y el emprendimiento no es cuestión de consignas y metas. El estímulo constante de la dirección del país, la respuesta efectiva a las secuelas negativas del bloqueo económico, comercial y financiero, la promoción de la iniciativa, podrían convertirse en pilares de renovadas fuentes de riqueza económica.

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