En la década del 60 surgen teorías del subdesarrollo que conceden mayor importancia a las causas externas. Asimismo, se hicieron grandes aportes a esta concepción destacándose el intelectual Raúl Prebish, uno de los economistas más relevantes de América Latina, con su modelo centro-periferia en el cual clasifica a los países desarrollados y subdesarrollados.
Análisis de categorías de Economía Política por el Ché
El carácter dialéctico de la idea económica, según Che, reside en la nueva forma en que se refleja teóricamente la correlación entre fuerzas productivas y relaciones de producción en la época de transición del capitalismo al socialismo. Transformar el trabajo enajenado comunista implica no solo producir bienes materiales, sino producir también al hombre nuevo no enajenado.
Defensor del sistema presupuestario de financiamiento, Guevara realiza con mucho respeto la crítica al establecer las diferencias generales entre el cálculo económico y el sistema presupuestario de financiamiento “…Conviene aclarar ahora que lo que nosotros buscamos es una forma más eficiente de llegar al comunismo; no hay discrepancia de principio.”[1]
Sin embargo, es preciso decir que el fin práctico en el Che no está limitado a lograr una mayor eficiencia estrictamente técnica de la gestión económica; para él, no se trata de la mera comparación de los gastos sociales de trabajo con sus resultados, ni siquiera se circunscribe a los límites estrictamente nacionales de nuestra economía.
En la idea económica del Che está presente la necesidad de lograr la integralidad concebida a todos los niveles, incluso para cohesionar aún más el sistema socialista mundial. Desde su óptica, el concepto de integralidad desborda los límites nacionales del proletariado para analizar, incluso, aquellas contradicciones de las relaciones económicas internacionales, que en la actual división internacional del trabajo limitan el desarrollo de los países subdesarrollados.
¿Cómo puede aspirarse a transformar el capitalismo en socialismo a nivel mundial bajo los efectos brutales que emanan de la ley del valor en las relaciones económicas internacionales con respecto a los países subdesarrollados revolucionarios?
El Che plantea la necesidad de una efectiva división internacional del trabajo conjuntamente con el mercado socialista, pero con una concepción diferente al mercado mundial:
“…creemos que, particularmente en una sociedad de comercio exterior muy desarrollado como la nuestra, la ley del valor en escala internacional debe reconocerse como un hecho que rige las transacciones comerciales, aún dentro del campo socialista, y reconocemos la necesidad de que este comercio (dentro del campo socialista), pase ya a formas más elevadas en los países de la nueva sociedad impidiendo que se ahonden las diferencias entre los países desarrollados y los más atrasados por la acción del intercambio. Vale decir, que es necesario hallar fórmulas de comercio que permitan el financiamiento de las inversiones industriales en los países en desarrollo, aunque esto contravenga los sistemas de precios existentes en el mercado capitalista, lo que permitiría el avance más parejo de todo el campo socialista, con las naturales consecuencias de limar asperezas y cohesionar el espíritu del internacionalismo proletario”.[2]
En esta alerta del Che al peligro de subordinarse a la acción ley del valor, que puede destruir la unidad y la solidaridad en una sociedad socialista mundial, se muestra lo que le falta a esa nueva sociedad en construcción, y no sólo desde el punto de vista práctico, sino también teórico.
“Creemos que con este espíritu debe afrontarse la responsabilidad de ayudar a los países dependientes y que no debe hablarse más de desarrollar un comercio de beneficio mutuo basado en los precios que la ley del valor y las relaciones internacionales del intercambio desigual, producto de la ley del valor, oponen a los países atrasados.” [3]
“¿Cómo puede significar beneficio mutuo vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límites a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente?”
“Si establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial.”[4]
En el proceso de construcción del socialismo, Marx, Lenin y el Che, coinciden en la idea de la “gran fábrica”, que debe superar la separación entre la división social del trabajo en el nivel social y en el nivel de empresa o unidad económica, tal cual se produce en el capitalismo.
Si bien esta “gran fábrica” o “aparato productivo social” está lejos de alcanzarse todavía; ya desde un inicio, la planificación ha de ser estratégicamente la que garantice los cambios estructurales definitorios de la nueva sociedad, lo cual no niega la vigencia de la ley del valor en los límites de ese tránsito hacia la “gran fábrica”.
Che realizó esfuerzos teóricos muy bien encaminados para la determinación del papel de las categorías mercantiles costo y precio en el sistema socialista. En la propuesta del Che podemos ver el costo como medidor de eficiencia empresarial y al precio como medidor de eficiencia social.
Un socialismo “paternalista” protege a la peor empresa no socialmente necesaria. Es lógico que una sociedad que construye el socialismo herede un aparato productivo nacional no homogéneo, con una estructura productiva muy desigual. ¿Qué mecanismos hay que crear para que sólo funcionen las empresas peores socialmente necesarias y aquellas que aventajan a éstas últimas?
Continúa…
[1] https://www.marxists.org/espanol/guevara/64-finan.htm. Publicado por primera vez en: Nuestra Industria, Revista Económica, n° 5, febrero de 1964
[2] Ibídem
[3] https://www.marxists.org/espanol/guevara/escritos/op/libros/presente/23.htm. Discurso pronunciado en el Segundo Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática. 24 de febrero de 1965.
[4] Che Guevara, E., “En Argel. Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática” en El socialismo y el hombre en Cuba, Barcelona, Anagrama, 1975, 91-117.