De los 6 productos a los que el Ministerio de Finanzas y Precios, les reguló el límite máximo de los precios, parece ser que el pollo ha sido el primero en volar de la red donde más se comercializa: los actores económicos no estatales, esencialmente las MIPYMES.

Al menos en Sancti Spiritus ese vuelo hacia la desaparición gradual de la venta parece marcar las tendencias. Días antes de la entrada en vigor de la resolución 225 del 2024 que fijó tarifas, ya el pollo troceado planeaba el vuelo que comienza a concretarse tan solo horas después de que la norma comenzó a regir en el país.

Poco a poco comenzó a escabullirse de los puntos de venta donde habitualmente se descongelaba a la espera de los consumidores, que ya andan preocupados por la suerte del producto, que aunque caro, hace meses alivia las comidas de quienes tienen respaldo financiero para comprarlo.

Otros como el aceite que en algunos puntos estaba menos caro que lo aprobado en Resolución, comenzó a resbalarse hacia arriba a los cotos que la ley le permite, por más que se haya insistido que tal movimiento no debía hacerse.

Otros productos, a los que se les reguló los precios, parecen no haberse enterado de que ya la norma está en vigor y que es de obligatorio cumplimiento.

Justo tales distorsiones, sobre todo la de que desaparezcan las ofertas, son de los riesgos previstos en la arrancada de una resolución que intenta, poner coto a la elevación de los precios y la inflación galopante.

Ya que el semáforo de la cotidianidad enciende y rápido la luz roja, será prudente tratar de que no se mantenga activa mucho tiempo y la violación de la norma se establezca como ley y que como ocurre cada vez que el estado establece medidas relativas a los precios los productos se pierden de la vista de todos y se comercializa en las más oscuras redes del mercado informal donde sigue subiendo el precio mientras más manos lo toquen en la cadena de intermediarios y revendedores.

Mucho más en casos como estos en que son las mipymes y otros actores económicos los dueños de la venta de esos productos de alta demanda porque el estado no tiene como hacerle contrapeso y el pollo por ejemplo que expende en sus tiendas en MLC es más caro que el que se vende por dinero cubano a través de aquellos puntos.

Sondeos realizados por esta propia comentarista entre los actores económicos no estatales en Sancti Spiritus han dado cuenta de que, según se informó, en los encuentros entre estos y el estado, se vislumbró cierto consenso y aprobación de los nuevos precios, lo cierto es que puertas afuera del encuentro, estos sostienen que tal limite de precios le genera pérdidas, aún con la eliminación del pago de aranceles y la consideración de la tasa de cambio del dólar en el mercado informal para la formación de los precios.

De una parte, han dicho, hay mercancías acumuladas por meses adquiridas a una tarifa mayor para el USD cuando se le compara con la actual, que igual sigue en su vaivén del baja y sube y se torna complicado como punto de referencia para establecer una tarifa lógica económicamente hablando.

Según ha dicho la dirección provincial de finanzas y precios, más de 300 inspectores serán el núcleo para el enfrentamiento integral que intenta caerle atrás a los seis productos regulados ahora a la espera que se sumen los factores del Consejo Popular en la base y hasta el propio pueblo, que, como se ha demostrado en otros momentos, suele ser juez, parte y cómplice de las violaciones, allí donde el control le aleja el plato cotidiano.

La tarea es mayúscula ya que si la inspección hoy ha sido incapaz de ganar la batalla de los precios, que ya se sabe se rigen por leyes económicas, le costará abarcar una medida nueva, que si bien no resuelve el dilema fundamental: que la mayoría de los salarios en Cuba no le lleguen ni por asomo a estos precios regulados, sí trata de poner un techo a la tendencia que hace rato acaba con los bolsillos de los menos favorecidos y engorda el de los comerciantes legales e ilegales.

Ni 300 ni mil inspectores podrán solos enfrentar la tarea que demanda millones de ojos sistemáticos para un mercado acostumbrado a evadir en impunidad los dictados de las leyes.

Se trata de topar hasta un límite para intentar mitigar la pesadilla de que un pollo lo vendan a un precio en un instante y a otro más caro un ratico después apenas usted cierre y abra los ojos en el mismo punto de venta.

Es, viéndolo en buen cubano, una curita para una patología como la inflación galopante que necesita de terapias más integrales y radicales incluido el aumento de la producción a gran escala.

Pero mientras llegan aquellas curas de caballo, hay que tratar de que al menos tras el pollo no emprendan vuelo los productos regulados y otros que son también de alta demanda y que al estar libres de la ley ya tratan de hacer contrapeso con tarifas más elevadas a las que rigen hasta hoy y que ya son inalcanzables.

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