Liderar una organización

En octubre de este 2023 se cumplen los dos primeros años de iniciado el proceso de constitución de nuevas empresas privadas en Cuba. Casi 9 mil emprendimientos en forma de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) se han lanzado al incipiente mercado de la competencia empresarial, una gran parte de ellos provenientes de antiguos Trabajadores por Cuenta propia (TCP) que han reconvertido su esencia para transformarse en empresarios.

Ente los nuevos emprendedores, hay algunos que se resisten a utilizar su cuenta bancaria empresarial. Si usted dirige una MiPyme, si usted quiso constituir una empresa y ser empresario, tiene que actuar como empresario y su organización tiene que actuar como empresa. Las empresas no guardan su dinero en cajas de zapatos ni bajo el colchón, lo depositan en sus cuentas bancarias, entonces usted estaría haciendo lo que hacen todos los empresarios en el mundo.

Hasta el cierre de junio 2023 se habían aprobado en Cuba 8774 mipymes. Estamos hablando de más de 8 mil personas que se han convertido de la noche a la mañana en empresarios, en líderes; y más allá de indagar en los resultados de esas nuevas empresas, habría que preguntar si estos emprendedores están claros de lo que representa ser un empresario, ser líder de una organización.

Y esa relación entre la cantidad de nuevos emprendedores y cómo se sienten ellos realmente como empresarios, me traslada a la conclusión de que es imprescindible preparar a estos nuevos actores para que sean realmente empresarios. Porque, ya no son trabajadores por cuenta propia que solo responden por ellos y su bolsillo, ahora responden por una organización, responden por un colectivo de trabajadores que tienen que ver en su nuevo empleo una alternativa viable a su desarrollo económico y social.

Para ello, es necesario que estos emprendedores sientan la responsabilidad adquirida como empresarios, y sobre eso hay que trabajar mucho, es una oportunidad, un nicho en el mercado de la gestión del conocimiento, para los que desde las ciencias pueden diseñar acciones que coadyuven a conducirlos al éxito.

Cualquier persona que piense que iniciar un nuevo negocio es tener una idea, poner financiamiento, reclutar personas, buscar materias primas, poner un precio en correspondencia con la línea inflacionaria del momento para tener rápidas ganancias, y que con eso tiene suficiente; estaría cometiendo un error que lo conducirá inexorablemente al fracaso.

Toda actividad necesita ser dirigida, gerenciada, administrada, por personas capaces de gestionar y liderar los procesos y a las personas implicadas en ellos. Por años se ha tratado de discernir entre si la dirección es una ciencia o un arte. Los más avezados afirman que tiene de ambos y yo coincido con ese criterio.

Para ser líder y lograr el éxito existe una primera condición: sentirse bien siendo líder, hay que creerse que ese traje le queda a la medida, porque serlo implica pensar en una dimensión que va más allá del comportamiento común, se necesita dominio de la actividad que se dirige, carisma, vocación y creatividad para conducir la relación sujeto-objeto de dirección.

Se precisa encontrar perenne estímulo en el simple hecho de lograr que las cosas se hagan bien, sentir satisfacción cuando se alcanzan buenos resultados. Pudiera alegarse que esto es común a cualquier otro oficio, sin embargo, en el caso del líder se convierte en algo esencial.

Ser líder implica armonizar a diario con el conflicto. Recordemos que cuando un problema tiene fácil solución es muy poco probable que un líder conozca de su existencia, sus subordinados lo resolverán por el camino; a no ser en el caso extremo, pero bastante cotidiano, de que la ineptitud de los colaboradores haga que el líder tenga constantemente que tocar todos los problemas con sus manos, situación que se da también con un líder autoritario, que quiera abarcarlo todo sin dar oportunidades a sus colaboradores de tomar decisiones ni participar en el proceso.

No se trata de lograr que la gente te siga, sino que la gente quiera seguirte, y sienta gusto en hacerlo. Un líder debe ser capaz de tomar decisiones y asumir sus consecuencias, de ver e instrumentalizar los objetivos, saber resolver incidencias, encargarse de que los miembros del equipo los cumplan. Debe ser el gran hacedor de ese vínculo común entre las personas del equipo para llegar a los objetivos estratégicos de la empresa.

El jefe debe comprender el entorno interno y externo en que se desarrolla la actividad, interiorizar que la ventaja más grande del ser humano, respecto a los demás integrantes del reino animal, es su capacidad de representar en su mente un propósito y definir las acciones que debe tomar para llegar a materializarlo.

Identificar un problema, tomar conciencia de su existencia, conocer su magnitud y alcance, es ya en sí una primera muestra de capacidad para hacerle frente y resolverlo.

Es en el proceso de dirección donde se evalúan los líderes y su capacidad de desafiar cada situación para que la toma de decisiones esté en correspondencia con el problema.

Decidir, según la real academia de la lengua española es: – determinación, resolución que se toma o se da a una cosa dudosa-.

Esta definición general establece que las decisiones forman parte de la actividad humana; que define y elige una opción para actuar, y manifiesta determinada necesidad material o espiritual del comportamiento de las personas; que cuando se lleva a nivel de grupo, refleja diferentes tipos de intereses a considerar, por lo que su carácter es socio-político.

La decisión es a la vez un acto fijo del líder, está en el centro de su labor administrativa para alcanzar los objetivos organizacionales.

Cuando esto no se cumple, cuando el liderazgo se ve afectado por errores en los procesos de dirección y toma de decisiones se generan improvisaciones con consecuencias muy desagradables: se limita el logro de objetivos; estancamiento, retroceso de la organización; pérdida de prestigio de los líderes; problemas de confianza, fluctuación, desmotivación de los trabajadores y subalternos, así como desaliento, deterioro de las relaciones, indisciplinas, etc.

Cuando se decide emprender un nuevo negocio se debe tener en cuenta que los negocios se definen teniendo en cuenta tres aspectos esenciales:

1- Las necesidades de los consumidores y el comportamiento de la demanda en el entorno de esa necesidad.

2- Las tecnologías y el financiamiento disponible, lo que propiciará la creación de una oferta que satisfaga la demanda.

3- El personal con que se cuenta. Hoy el capital humano toma una dimensión importante en el proceso de dirección empresarial.

Enfocándose en esa dirección las probabilidades de éxito son mayores que cuando no se tienen estos elementos en cuenta. A ello se suma el análisis de la competencia, la evaluación del mercado, la capacidad para aprovechar determinados nichos o segmentos de mercado, y los activos intangibles que desde la organización o nuevo negocio se pueden alcanzar.

Recordemos que, en la economía actual, los activos intangibles dan más valor a las organizaciones que su propia producción de bienes y servicios.

Por lo tanto, si usted quiere ser un emprendedor de éxito tiene que saber liderar su proyecto con apego a la ciencia y a la experiencia acumulada por años en el arte de dirigir, tiene que ser oportuno y eficaz en la toma de decisiones.

Le comento estos elementos para que tenga en cuenta que se enfrenta a un reto porque dirigir una empresa incluye tener en cuenta normas, regulaciones, decretos y leyes que hasta ahora usted desconocía.

Debe establecer sistemas de control interno en su organización y establecer procesos y procedimientos que le permitan ganar en eficiencia y eficacia y por sobre todo en calidad.

Por lo tanto, desde el momento que se inicia en el mundo empresarial, más allá de cuestionarse si el negocio será rentable y dará resultados; cabe preguntarse si es el líder que su organización necesita.

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