maní bormey

Producir con calidad

Durante décadas, en el entramado empresarial cubano ha existido una asignatura pendiente: la calidad. Sin chovinismos, ni eufemismos consoladores debemos reconocer que trabajar durante muchos años con un solo productor (el Estado), en un mercado cautivo y sin competidores; nos condujo a producir por producir sin que la calidad fuera un hándicap en nuestro sistema empresarial, independientemente a la utilización de la Norma ISO 9000 y del esfuerzo de entidades reguladoras desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología por lograr establecer y certificar sistemas de gestión de la calidad.

Los bloques de hormigón rotos en las tiendas del MINCIN, las viandas llenas de fango o plagas en las tarimas, las paredes que se caen o los techos que se filtran en las construcciones recién inauguradas, las reparaciones de calles que quedan deformes o por encima de las aceras, los dependientes hablando o jugando con su teléfono móvil, o conversando entre ellos sin atender al cliente en una tienda, el agua caliente en un restaurante; son ejemplos  claros de que la calidad no es lo prioritario en el colimador de nuestros empresarios, pero ¿qué sucede con las nuevas empresas?

Las MIPYMES tienen un elemento esencial en el mercado que no tenían las empresas estatales cuando actuaban desde un mercado cautivo: competencia. Y la historia del desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, deja claro que no hay mayor estímulo para producir bienes y servicios con calidad que la competencia; la sentencia de que el consumidor prefiere un producto igual, pero de mayor calidad.

Es por ello que la calidad comienza a tener un nuevo significado, a ser una prioridad no solo para el emprendedor privado, para la empresa estatal también es imprescindible comenzar a prestarle atención a los detalles.

La percepción que el cliente tiene del bien o servicio recibido representa su conformidad con el mismo, la capacidad que tiene para satisfacer sus necesidades, y la manera en que gana reputación la marca, distanciándose del resto de la competencia. Es un requisito indispensable a la hora de negociar con el cliente.

Si los clientes son felices en la primera adquisición, el producto ganará su fidelidad, volverán a pensar en comprarlo otra vez. Es decir, la calidad está directamente relacionada con la satisfacción y la lealtad; y con ello, hace que crezca el nombre, tan importante en el mercado que se encarga de reflejar la experiencia de compra del cliente y el uso del producto.

Entonces, los estándares de calidad son puntos de referencia que sirven para fijar un mínimo necesario de condiciones que demuestran que los rasgos y características de un producto o servicio son capaces de satisfacer eficientemente las necesidades de los consumidores.

Producir con calidad define el éxito de la empresa, lo contrario es despilfarrar dinero, recursos y tiempo.

Hoy, las condiciones de bloqueo económico, comercial y financiero impuestas a Cuba, impiden a la empresa estatal acceder directamente a la importación de mercancías, materias primas y materiales, facilitando a los emprendedores privados la posibilidad de diferenciar sus producciones de la oferta estatal.

Esta ventaja competitiva del sector privado frente al estatal debe servir para aumentar la calidad de bienes y servicios, para que los nuevos empresarios se sacudan el precedente de producir para cumplir planes, o para hacer dinero, como piensan algunos; y que diseñen procesos y procedimientos que mejoren la calidad de la producción nacional, porque cuando salen al mercado, ya sean de una empresa estatal o privada, los productos llevan un mensaje implícito “Hecho en Cuba”.

Autor

Entrada relacionada

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

diecinueve − quince =