Supongamos que para el mundo no hubiera existido la crisis que, desde 2019 afecta al mundo, que no hubiera habido pandemia de Covid-19, que la economía internacional hubiera seguido el mismo cauce que tenía en 2018.
Para el resto del mundo el escenario sería mejor, pero para Cuba seguiría existiendo una anomalía en sus relaciones económicas internacionales. El bloqueo imperial impuesto desde hace más de 60 años y recrudecido en 2019 por la administración Trump con 243 nuevas medidas, limitaría de todas formas el desarrollo económico de nuestro país y la política genocida continuaría siendo la causa fundamental de las limitaciones que vive el pueblo.
El bloqueo no es un invento del gobierno cubano para justificar nuestros problemas económicos. Desde la temprana fecha de abril de 1960, Lester D. Mallory, Subsecretario de Estado para asuntos interamericanos decía que: …la mayoría de los cubanos apoyan a Castro, el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales….hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba, emplear una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar el hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno….fin de la cita.
Es por ello que durante los últimos 29 años Cuba ha presentado en la ONU su alegato para poner fin al inhumano y cruel bloqueo, petición que ha sido aprobada de forma consecutiva por la mayoría casi absoluta de los países miembros, pero que el gobierno yanqui ha desoído. Entre el 2 y el 3 de noviembre próximo, nuevamente se presenta en la sesión de la asamblea de la ONU, por trigésima ocasión, este proyecto de resolución para poner fin al bloqueo a Cuba.
Si se presenta en la ONU y más del 95 % de los estados miembros lo consideran como un reclamo legítimo y votan a favor del cese del bloqueo, es porque el bloqueo realmente existe, no como pretenden hacer ver desde el gobierno yanqui y algunos payasos asalariados del imperio, muchos de ellos cubanos, que insisten en justificar el bloqueo o intentar confundir al pueblo echándole la culpa de todos los males al gobierno cubano.
En consonancia con el momento, en días pasados el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, en conferencia de prensa con medios nacionales e internacionales acreditados en Cuba, se refirió a la esencia del nuevo proyecto de resolución que se presentará en la ONU.
La Asamblea General de las Naciones Unidas considerará por trigésima ocasión el tema de la agenda titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
Esto ocurrirá en un contexto especial, marcado por los efectos devastadores del huracán Ián, por los efectos de una crisis global multidimensional que incluye una crisis económica internacional y una amenaza inminente de recesión global, crisis alimentaria, crisis energética, crisis de salud, y otras.
Entre los elementos que incluye este nuevo informe, que se actualiza año tras año, está que, entre agosto de 2021 y febrero de 2022, las pérdidas ocasionadas por el bloqueo estuvieron en el orden de los 3 806 millones de dólares. Es un monto récord histórico para un período reducido como el de estos siete meses. El Producto Interno Bruto de Cuba, según datos muy conservadores, pudo haber crecido, pese a las circunstancias adversas que enfrenta la economía cubana, en 4,5 % en ese período, de no haberse aplicado esas medidas, explicaba el canciller cubano.
Durante los 14 primeros meses del gobierno de Biden, los perjuicios ocasionados por el bloqueo ascienden a la cifra de 6 364 millones de dólares, también récord histórico. Esto significa más de 454 millones de dólares mensuales y más de 15 millones de dólares diarios, en daños y perjuicios.
En seis décadas, a precios corrientes, los daños acumulados suman 154 217 millones de dólares. Cifra exorbitante para una economía pequeña, sin grandes recursos naturales, insular, subdesarrollada, como la cubana. Pero al valor del oro, es decir a la onza de oro, tomando en cuenta las depreciaciones, los perjuicios acumulados alcanzan la cifra enorme de 1 billón 391 mil 111 millones de dólares. Es decir, un millón de millones más 391 000 millones de dólares. Imaginemos lo que habría podido hacer Cuba disponiendo de esos recursos. Cómo sería Cuba hoy si el país pudiera haber dispuesto de esos recursos.
Continúa explicando Bruno que hoy la política del presidente Joseph Biden contra Cuba es lamentable e inercialmente la misma política republicana. No se han introducido cambios. Se mantiene, y es tema de cada día, el diseño quirúrgico que persigue cada ingreso, cada fuente de financiamiento y de suministro del país. Son las regulaciones vigentes y es la conducta práctica actual de las autoridades estadounidenses.
El impacto tiene por tanto una dimensión mayor y desde el punto de vista humanitario más perversa y dañina. El bloqueo ha pasado a una calidad agresiva que no había tenido en el pasado.
El desempeño de la economía cubana en los últimos dos años ha estado marcado de una manera inevitable por la coincidencia de esos impactos con los de la propia pandemia de Covid-19, los gastos exorbitantes a los que obligó a nuestro país, y las consecuencias de las crisis internacionales incluyendo la escalada de precios de alimentos y combustibles más recientes.
Hay algunos lacayos del imperio, cubanos cuestionadores y mercenarios en este combate frontal contra cuba, que cuando se refieren a la escasez de alimentos y lo relacionan con el bloqueo, sencillamente argumentan que Cuba compra pollo a Estados Unidos, así que según ellos el bloqueo no existe por esa razón.
Nada más superfluo e incongruente con la realidad. Es cierto que Cuba puede adquirir alimentos en otros mercados, y es cierto que adquiere alimentos incluso en los Estados Unidos. Pero el bloqueo priva a Cuba de los recursos financieros indispensables para hacer esas compras en los Estados Unidos o para hacer compras similares en terceros mercados.
Cuba no puede adquirir, en ningún lugar, de ninguna manera, tecnologías, equipos, partes, piezas, tecnologías digitales o software, que tengan un 10% de componentes estadounidenses, lo cual es un impacto directo, tan grave como el de la carencia de divisas para garantizar suministros.
Las medidas de persecución directa, financiera, física, de extorsión, el efecto de intimidación, el efecto del elevado riesgo país resultado de esas acciones, persigue cada una de nuestras transacciones comerciales, de inversión o financiera, a partir de que coloca en graves dilemas a las compañías suministradoras. Es el ser, o no ser, para las empresas foráneas, si le vendo a Cuba tengo un nuevo cliente, pero me gano la sanción yanqui; si no le vendo, no pasa nada, le sigo vendiendo a otro. En estos términos, el comercio cubano siempre tiene las de perder.
Es el caso de las relaciones bancario-financieras. Decenas y decenas de bancos niegan servicios a Cuba ante el miedo a multas estadounidenses. Otras se ven obligadas a llegar a acuerdos a partir de acciones ilegales, extraterritoriales del gobierno de los Estados Unidos, para evitar esas multas. Y provoca un daño a una presencia natural del sistema financiero cubano en el similar internacional. Entre enero de 2021 y febrero de 2022, se reportaron un total de 642 acciones directas por parte de bancos extranjeros que, ante la amenaza del sistema financiero estadounidense, se negaron a prestar servicios al país.
La persecución directa a productores, a transportadores, transportistas, a las navieras, a las aseguradoras y compañías reaseguradoras, dificulta gravemente y encarece en más de un tercio, y a veces hasta la mitad, nuestras compras de combustible.
El sistema electroenergético nacional atraviesa una situación extremadamente grave, que es resultado de serias limitaciones, de falta de combustible en algún caso, pero sobre todo de obstáculos para adquirir piezas de repuesto y otros recursos, al privar al país de los financiamientos indispensables para hacerlo, más allá de que el bloqueo impide utilizar tecnologías estadounidenses, comprar en el mercado estadounidense. Es decir, es un efecto dual el del bloqueo, que hay necesariamente que tomar en cuenta.
Ante tanta agresión, siempre el clamor internacional ha estado a favor de Cuba. Tanto en la asamblea general de la ONU, como en otros foros internacionales, se reitera la solidaridad internacional exigiendo el cese del injusto bloqueo contra nuestra nación.
Recientemente el paso del huracán Ian por territorio cubano ha condicionado que países amigos y solidarios promuevan la ayuda a Cuba.
Desde Venezuela, España, México, Italia, Japón, China, Francia, Canadá, organizaciones, empresas y gobiernos han manifestado su disposición a enviar a Cuba donaciones para minimizar los daños y atender a los damnificados. Esencialmente materiales para construcción y electricidad, elementos para la rehabilitación del sistema eléctrico como postes metálicos, transformadores, varillas de anclaje, ropa, colchones, madera, alimentos.
Desde la UNICEF se recibieron motobombas para fuentes de abasto de agua y una planta potabilizadora con capacidad para 75 mil litros de agua por día para 5 mil personas, entregada a Pinar del Rio. Personas naturales, partidos políticos y fundaciones de estos países han aportado financiamiento a la cuenta de Donaciones para emergencias de la Cooperación Internacional, monto que sobrepasa los 150 mil euros. Una prueba más de que no estamos solos.
Seguramente algún seguidor del Tío Sam al ver o leer esta información se preguntará por qué no menciono la donación de 2 millones de dólares por parte del gobierno norteamericano. Y sí, es justo que lo mencione, pero que mencione también que, como siempre, tiene condicionamientos.
Como Cuba no puede usar el dólar norteamericano para sus transacciones internacionales, esta donación del Departamento de Estado de los Estados Unidos será canalizada a través de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Estas organizaciones son las encargadas de hacer las compras en el mercado internacional de los recursos que Cuba considere necesarios adquirir de forma priorizada, precisándose por el Ministerio de Economía y Planificación que se dediquen a comprar bombas de agua, transformadores eléctricos, lámparas recargables y material para cubiertas de techos.
Es decir, el destino final de la donación del gobierno de Estados Unidos será resolver los problemas generados por el huracán al pueblo, no irán a ninguna otra parte como quieren hacer ver.
Cuba se restablece de los daños del huracán y sigue combatiendo, ahora en el escenario de la Asamblea General de la ONU, contra el cruel bloqueo impuesto a la isla. Los cubanos seguiremos luchando por los derechos legítimos que tenemos como nación a desarrollar nuestra economía y mejorar la calidad de vida de la gente.