Tal y cual los autores de este excelente libro —María Elena Álvarez Acosta y Abel Enrique González Santamaría— contextualizan la trayectoria de Fidel en el escenario internacional, nuestro líder y estadista cubano  logró sustentar con argumentos muy sólidos en el orden ético, histórico y científico, por qué el desarrollo del Sur ha de costarle al Norte, incluso,  como solución a los problemas globales de todo tipo; los que afectan a la naturaleza, y  los que afectan a la sociedad; al Norte y al Sur, y por tanto,  al mundo en su conjunto.

Ello no quiere decir que el Sur no tenga que hacer nada para alcanzar su propio desarrollo. Precisamente, Fidel defendió en distintos escenarios internacionales la solución a problemas del Norte y del Sur, relativos a la paz, al desarme, a la lucha contra todas las manifestaciones del dominio imperialista, la desigualdad, el hambre y la miseria, la deuda externa de los países del Sur, la manipulación del tema de los derechos humanos, el tema de la integración legítima de América Latina y el Caribe.

Al triunfo de la Revolución en 1959. ¿Quién fue el mejor Maestro del pueblo a partir de ese momento? ¿Quién supo conducir mejor al pueblo desde el sentido común hacia el buen sentir? ¿Cuántas veces el estado de ánimo del pueblo estaba por el piso, lleno de confusiones, y llegaba Fidel a las cámaras de televisión, hablaba seis, ocho horas, y el pueblo se levantaba por la mañana con buen ánimo?; y como uno de nuestros mejores trovadores populares supo expresar: “¡Se acabó la confusión, llegó el Comandante y mandó a parar!”

En la definición de pueblo, Fidel destaca que el pueblo no es homogéneo. Su definición abarca muchos sectores. Su primera misión, si de lucha se trata, es mantenerlo unido. Pueden existir contradicciones de todo tipo. Pero la nación es una; y lo primero es lograr la independencia nacional.  Si Fidel representa ese interés nacional, con su acción política, ideológica, cultural, tiene que lograr mantener unido ese conjunto de fuerzas heterogéneas e impedir que cualquier contradicción existente entre estas fuerzas estalle, produciendo una crisis política de la Revolución.

¡Cuántas divisiones y microfracciones internas tuvo que resolver Fidel magistralmente antes y después del triunfo de la Revolución! Recordemos cómo enfrentó Fidel, con palabras cristianas, a la Iglesia que lo combatía desde su púlpito, a un pueblo creyente: “¡Quien traiciona al pobre, traiciona a Cristo!”

La clase obrera, en el proceso de su formación, no puede ser aún consciente de sus propios intereses y de su función histórica. Es el resultado de todo un proceso lo que puede volverla consciente. En dicho proceso social se entrelazan las influencias y la lucha de hegemonías diversas, ya sean políticas o culturales.

Supo Fidel poner también la cultura al servicio del pueblo. La Campaña de la Alfabetización fue una hazaña cultural para consolidar la hegemonía de la Revolución, como lo fue también su llamado a los intelectuales.

La hegemonía, por lo tanto, no es sólo política, sino que es además un hecho cultural, moral, de concepción del mundo. Con estos mismos principios éticos, históricos y científicos presentes en la lucha por la independencia nacional y el socialismo, enfrenta Fidel como estadista su desempeño en el escenario internacional por el desarrollo del Sur y la salvación del mundo.

El desarrollo del Sur y la salvación del mundo

Para Fidel el Sur y el Norte, no han sido más que dos polos del desarrollo desigual del mismo mundo capitalista, que ha devenido en un proceso de antagonismos de poderes inter imperialistas, tanto sobre el Sur como sobre el Norte; y aunque se suelen transferir los problemas del Norte al Sur y los beneficios del Sur al Norte, el hecho real es que el mundo hoy sufre el predominio de un imperialismo yanqui en declive con gran peligro de una catástrofe en ciernes para todos; lo cual hace que la lucha por la vida se convierta en la primera prioridad:

Luchamos por los más sagrados derechos de los países pobres; pero estamos luchando también por la salvación de ese Primer Mundo, incapaz de preservar la existencia de la especie humana, de gobernarse a sí mismo en medio de sus contradicciones y egoístas intereses, y mucho menos de gobernar al mundo, cuya dirección debe ser democrática y compartida; estamos luchando —casi puede decirse— por preservar la vida en nuestro planeta.[i] 

Y mientras se pudo contar con la ayuda de la URSS, Fidel supo defender en el seno del Movimiento de Países No Alineados a la Unión Soviética; y rechazó la idea de los “dos imperialismos”.

Fidel no desechó la ayuda militar de la Unión Soviética: las raíces del internacionalismo revolucionario estuvieron presentes en las luchas de los revolucionarios cubanos a lo largo de más de un siglo. Si los cubanos estuvieron dispuestos a luchar por otros pueblos, antes y después de la revolución ¿Qué sentido hubiera tenido no aceptar la ayuda militar de la Unión Soviética, nación que liberó a gran parte del mundo de las tropas nazis?

Y en ese contexto histórico, cuando Cuba aceptó la solidaridad de la Unión Soviética, hay que mencionar tres documentos que caracterizan la política de principios de la Revolución Cubana:

•             La Primera Declaración de La Habana.

•             La Segunda Declaración de La Habana.

•             La Declaración de Santiago de Cuba.

El imperialismo norteamericano intentó aislar a Cuba del resto de los países del continente y poder agredirla desde el principio de la Revolución.

En agosto de 1960 se celebró la séptima reunión de consulta de los cancilleres de la OEA, donde se aprobó una resolución de carácter general que condenaba la intervención de una potencia extranjera en los asuntos de las Repúblicas americanas, en clara referencia a la ayuda que la Unión Soviética prestaba a Cuba. Se proclamaba que todos los Estados miembros de la OEA estaban obligados a someterse a la disciplina del Sistema Interamericano y a la carta de esa organización.

El 2 de septiembre de 1960, en la Plaza de la Revolución, en una multitudinaria manifestación, se acordó romper el acuerdo de ayuda militar entre Cuba y Estados Unidos y además establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China. Se expresó que la ayuda soviética en caso de agresión extranjera debía tomarse como un acto de solidaridad que Cuba aceptaba y nunca como una intromisión. Defendía el derecho de los pueblos de luchar por su plena independencia nacional y señalaba lo inaceptable de las intervenciones norteamericanas en América Latina y condenaba la explotación del hombre por el hombre.

En la Octava Reunión de Consulta de la OEA, en Punta del Este, Uruguay (febrero de 1962) se excluyó a Cuba de la OEA, con la “tesis” de que “la adhesión de cualquier miembro de la OEA al marxismo – leninismo es incompatible con el sistema interamericano”. A la Octava Reunión en Punta del Este, Cuba respondió con la Segunda Declaración de La Habana.

En la Segunda Declaración de La Habana es importante destacar la siguiente afirmación:

“Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución respondemos: las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos. Lo que Cuba puede dar a los pueblos, y lo ha dado ya, es su ejemplo…”

El 3 de junio del 2009, luego de 47 años, la 39 Asamblea de la OEA derogó por unanimidad la exclusión de Cuba aprobada en 1962.

La OEA, en Washington (julio de 1964) aplicó las siguientes medidas contra Cuba:

•    Que los gobiernos de los Estados americanos no mantengan relaciones diplomáticas ni consulares con el gobierno de Cuba.

•    Que los gobiernos de los Estados americanos interrumpan todo intercambio comercial, directo e indirecto con Cuba, con excepción de alimentos, medicinas y equipo médico que puedan enviarse a Cuba, por razones humanitarias

•    Que los gobiernos de los Estados americanos interrumpan todo transporte marítimo entre sus países y Cuba, con excepción del transporte necesario por razones de índole humanitaria.

En la Declaración de Santiago de Cuba se declara:

Que el pueblo de Cuba advierte, además, que si no cesan los ataques piratas…así como el entrenamiento de mercenarios…el envío de agentes, armas y explosivos…el pueblo de Cuba se considerará con igual derecho a ayudar con los recursos a su alcance a los movimientos revolucionarios en todos aquellos países que practican semejante intromisión en los asuntos internos de nuestra Patria. [ii]

En plena Guerra Fría, cuando el temor al comunismo había penetrado en Cuba (época del macartismo) y el Ejército Rebelde había logrado la victoria sin ayuda alguna de la URSS y el PCUS; a cada golpe del gobierno de Estados Unidos a la Revolución, la URSS brindó su apoyo. Por supuesto que no se podía ser neutral, hubo que tomar partido. Cuando se practica una política de principios, se toma partido, aun cuando las consecuencias pueden resultar adversas. Pero en este caso la Revolución Cubana sobrevivió en momentos muy difíciles.

Hoy la unidad de los proletarios y los pueblos oprimidos es el gran problema a resolver por la teoría revolucionaria. La tarea es lograr crear un Sujeto Sur para el desarrollo a escala global.

Para Fidel, el mundo capitalista desarrollado tiene además una gran deuda histórica y moral con los países que quedaron atrasados económicamente. De nuestro sudor y nuestra sangre salieron las riquezas que financiaron su desarrollo. Ellos fueron los culpables de nuestro subdesarrollo económico, y esa deuda sí tiene que ser pagada. Hoy Donald Trump criminaliza a los emigrantes de Centroamérica y México; sin ver cómo Estados Unidos ha sido el principal culpable de esa situación de pobreza y desesperación en esos países.

Fidel destacó la polarización entre el “Primer Mundo” y el “Tercer Mundo”; y cómo la hegemonía prácticamente incontestable que ejercieron los Estados Unidos dentro de esa parte del mundo desarrollado a la terminación del conflicto bélico (la Segunda Guerra Mundial) comenzó a variar en la década de 1950 con la recuperación y crecimiento que imprimieron los grandes consorcios industriales a las economías de Europa Occidental (sobre todo la RFA) y Japón. En la década de 1960, el proceso continuó acentuándose, para irrumpir en la de 1970 con el virtual establecimiento de tres centros de poder capitalista mundial: Estados Unidos – el más dominante -, la Comunidad Económica Europea y Japón. En otras palabras, claro que existen contradicciones inter imperialistas; pero el Norte alcanzó una unidad subordinada a Estados Unidos con el Plan Marshall y la OTAN; y con un Japón desarmado, pero con una inmensa base militar yanqui en Okinawa.

¿Puede esperar su desarrollo el Sur de la ayuda del Norte?

No ha sido el criterio de Fidel. Para Fidel el Tercer Mundo no debe esperar sólo por impulsos externos procedentes de los países capitalistas desarrollados para salir de la grave crisis económica y social en que se halla sumido.

Hoy se necesita como nunca antes de la cooperación internacional. Pero, coincidiendo con Fidel, es en nuestra determinación y nuestras acciones enérgicas y unidas donde están la clave y la esperanza para transformar la agobiante situación actual.

Y si se incorpora el tema «naturaleza» asociado al capital, entonces salta a la vista la necesidad de un Sujeto Mundo para salvar al planeta. Los Estados del Norte han impuesto a los del Sur el «mercado medio ambiental» como supuesta solución a la protección ambiental. Así, la naturaleza se convierte en una forma de capital en el mercado de valores. Mediante el control de los Estados nacionales y sus políticas económicas, los Estados del Norte establecen el monopolio sobre todo tipo de recursos: el petróleo, la biodiversidad, el agua, así como las patentes.

El 12 de junio de 1992, Fidel Castro pronuncia un breve discurso en Río de Janeiro en que define y enriquece las ideas que defienden el equilibrio del mundo:

Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre. (….) Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo. (….) Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. (….) Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezaron a padecer. (…..) No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.”[iii]

Conclusión

En la mayoría de los trabajos científicos que identifican los problemas globales, no siempre se atribuyen sus causas a la dinámica del capital global. Los autores de esta obra destacan la concepción científica de Fidel Castro, cuando identifica el vínculo esencial entre la dinámica capitalista y el desarrollo de los problemas globales. Ello supone también considerar todos los intereses legítimos de la humanidad, pues con cierta lógica racional se puede aceptar la existencia de un “tercer mundo” a lo interno del “primer mundo”. Ello hace posible y necesaria la búsqueda de una alianza global, concebida con gran creatividad, pues sin ella no es posible acceder a todas las formas de lucha efectiva contra el capital [1] global. Aquí reside en nuestro criterio un mérito indudable de este libro, que de cierta manera resulta un homenaje a nuestro líder histórico.

Notas

* María Elena Álvarez Acosta, Abel Enrique González Santamaría, El Mundo en Fidel ¿Dibujando nuevos paradigmas?, Editorial Universitaria Félix Varela, 2020.

**Integrante de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”.

1 María Elena Álvarez Acosta, Abel Enrique González Santamaría, El Mundo en Fidel ¿Dibujando nuevos paradigmas?, p. 209, Editorial Universitaria Félix Varela, 2020.

2 Ver: D´Estéfano, Miguel; Galego, José; Solana, María del Carmen: Fidel y el Tercer Mundo, Editorial Chinh Tri Quoc Gia, Hanoi, 1994.

3 Fidel Castro Ruz, Discurso pronunciado en Rio de Janeiro en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el 12 de junio de 1992. En: El Diálogo de Civilizaciones, p.p. 13-14, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2007.

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