«Cada país es dueño de su nariz». Con este proverbio, el presidente brasileño, Lula da Silva, resumió el concepto expresado en la decimoséptima cumbre de los Brics, que se celebró en Río de Janeiro el 6 y 7 de julio. A la prensa que le pedía un comentario sobre la amenaza de Trump de imponer aranceles adicionales a cualquiera que apoye las políticas «antiamericanas» de los países del Sur, afirmó: «El mundo ha cambiado. No queremos un emperador. Somos países soberanos», y añadió: «Me parece equivocado e irresponsable que un presidente de un país amenace a otros en las redes sociales. Hay otros foros en los que un presidente de un país del tamaño de Estados Unidos puede hablar con los demás».
Luego replicó que si Trump cree que puede imponer aranceles adicionales, el resto de los países tiene a su vez el derecho de hacerlo, según la ley de reciprocidad. Los líderes de todo el mundo –reiteró Lula– deben aprender a respetar a los demás y a comprender el significado de la palabra soberanía. Del mismo tenor fueron las declaraciones del presidente brasileño sobre el anunciado aumento de aranceles por parte de Trump, que entrará en vigor el 1 de agosto, y que Lula prometió combatir «en todos los frentes», buscando una estrategia de respuesta común con los demás socios Brics.
La presidencia de Brasil y la expansión de los BRICS
Brasil ha asumido por cuarta vez la presidencia de los BRICS, reunido esta vez en torno al tema «Fortalecer la cooperación del Sur Global para una gobernanza más inclusiva y sostenible». El 31 de diciembre, la presidencia del grupo de países –anual y rotatoria– pasará a la India, que definirá la agenda de 2026. La India forma parte de los cuatro miembros fundadores cuyas iniciales dieron vida al acrónimo, basándose en una idea inicial del economista británico Jim O’Neill, quien acuñó la sigla para animar a los clientes del banco Goldman Sachs a invertir en Brasil, Rusia, India y China.
El término se difundió y los países celebraron una reunión a nivel ministerial en 2006, al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas. A partir de la crisis financiera de 2008, los cuatro se presentaron como una alternativa al esquema financiero internacional. La primera cumbre de jefes de Estado tuvo lugar en Rusia, en 2009. En 2011, con la adhesión de Sudáfrica, se consolidó la expansión del grupo y se añadió la «S» al acrónimo.
En 2014, los Brics crearon el Nuevo Banco de Desarrollo, uno de sus instrumentos para financiar proyectos de infraestructuras y desarrollo sostenible en los países en desarrollo. Esta institución financiera, con sede en Shanghái, está actualmente presidida por la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tiene un capital autorizado de $100 mil millones y aspira a ser el motor de una estrategia para contrarrestar el predominio del dólar y del Fondo Monetario Internacional.
Miembros y asociados
El bloque cuenta ahora con 11 miembros plenos, que se han incorporado en los últimos dos años, y con poder de palabra y voto: Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Indonesia y Arabia Saudita. Este último país, aunque no ha ratificado su pertenencia, participa en las reuniones y, en los comunicados de la presidencia, se sigue incluyéndolo en el número de miembros plenos.
En 2024, durante la cumbre de Kazán, en Rusia, se creó la modalidad de país asociado, que permite participar en las reuniones en calidad de simples observadores. Actualmente, 10 países socios de diversas regiones del mundo tienen esta calificación: Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajistán, Nigeria, Malasia, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam desempeñan este papel.
Venezuela, miembro de la Opep y de muchas alianzas regionales que atraviesan los Brics, debería haber ingresado el año pasado, invitado directamente por Rusia, pero encontró la oposición de Brasil, presionado por el papel desempeñado en otros organismos de corte occidental y por las relaciones con los gobiernos moderados de América Latina.
En los Brics, las decisiones se toman por consenso y, hasta ahora, no ha habido nada que hacer. Sin embargo, como es evidente para todos, Venezuela sigue estando bien insertada en las relaciones comerciales y geopolíticas que interesan a gran parte de los países del bloque.
Por el contrario, se ha acogido a Cuba. Una inclusión seguramente ventajosa para la pequeña isla caribeña, asfixiada por los efectos de un bloqueo aumentados con el cerco multifacético impuesto a Venezuela, país mucho más rico en recursos estratégicos. Una inclusión, sin embargo, ventajosa también para los Brics, porque permite a la alianza aumentar la credibilidad y la influencia en América Latina, después del sabotaje del gobierno argentino con la llegada de la extrema derecha de Javier Milei.
Además, los Brics podrán contar con la larga experiencia de Cuba en la cooperación Sur-Sur y con su potencial médico-científico, multiplicable en un contexto de alto desarrollo tecnológico ofrecido por el organismo.
Potencial y ambiciones de los Brics
Los once miembros plenos de este grupo representan casi el 40% de la economía mundial y casi el 49% de la población mundial. Además, son responsables del 26% de las exportaciones mundiales y del 22% de las importaciones. Reúnen el 72% de las reservas mundiales de tierras raras, casi el 44% de la producción global de petróleo y el 36% de gas natural. Representan el 43.6% de la producción petrolífera y de la reserva mundial, el 78.2% del carbón mineral, y además se distinguen en la creación de tecnologías alternativas, en el uso de las nuevas tecnologías y en la transición digital.
Fuerte de este potencial, los Brics aspiran a proponerse como bloque alternativo al G7, que reúne a los siete países con mayor peso político, económico y militar a escala global.
Frente a los crecientes conflictos globales y al establecimiento de nuevas políticas comerciales cada vez más proteccionistas, el grupo de economías emergentes busca ampliar los consensos en base a una lógica menos asimétrica y construir un diferente entramado de alianzas: atento, sin embargo, a no perturbar más de lo debido las compatibilidades internacionales y los delicados equilibrios internos.
Se vio, sobre todo, en esta cumbre tan delicada por el recrudecimiento de los conflictos a nivel internacional, y que concluyó con una declaración final bastante ponderada: aunque se subrayó la intención de los Brics de ir más allá de una plataforma de coordinación económica para convertirse en una fuerza significativa en la geopolítica global; aunque se propuso afrontar los nuevos y complejos desafíos planteados por la seguridad; y aunque se reafirmó el compromiso por un orden mundial multipolar, el texto decepcionó a quienes habrían querido tonos más firmes y medidas concretas, sobre todo respecto al genocidio en Palestina y a la posibilidad de sancionar económicamente a los responsables.
Pragmatismo político y diferencias internas
Por otro lado, el criterio adoptado por los Brics, caracterizado hasta ahora por un alto nivel de pragmatismo político, es el de respetar las soberanías nacionales frente a decisiones supranacionales que harían estallar los conflictos entre los miembros. Existe, dentro de la alianza emergente, una estrecha colaboración bilateral y multilateral con proyectos comunes a corto, medio o largo plazo, pero con el respeto recíproco de la soberanía nacional de cada país y de la independencia en las relaciones internacionales.
A diferencia de Europa con la Otan, Brasil o Sudáfrica no están, por ejemplo, obligados a apoyar militarmente a Ucrania o a Rusia, ni a aumentar sus gastos militares, ni a hacer cumplir el equilibrio presupuestario. No en vano, no todos los países miembros respaldaron a Sudáfrica en la denuncia interpuesta contra el régimen sionista ante la Corte Penal Internacional: Irán y Brasil lo hicieron, pero la India no.
En este marco, que Arabia Saudita no haya participado en la operación militar de Estados Unidos con casi una decena de países miembros de la Otan contra los hutíes yemeníes en el Mar Rojo, lanzada en 2023, es sin duda la señal de un desplazamiento de equilibrios en la balanza geopolítica mundial.
Por otro lado, dentro de los Brics es posible identificar dos tendencias: por un lado, un núcleo más decidido, liderado por Rusia, China e Irán, que apunta a una ruptura con el actual sistema internacional y a una reforma profunda de organismos como el Consejo de Seguridad de la Onu, hoy dominado por un grupo reducido de potencias con derecho de veto. Por otro, un grupo de «negociadores», representado principalmente por Brasil y, en menor medida, por la India, que busca avanzar en la construcción de un nuevo orden sin romper completamente con las estructuras existentes.
¿Hasta qué punto se podrán cuestionar las reglas impuestas por la globalización capitalista sin cuestionar su sustancia y hacerlo desde un punto de vista favorable al desarrollo del bienestar de las clases populares? Es un punto sobre el que discuten muchos analistas en el Sur global.
Ausencias y posturas en la cumbre
En la cumbre hubo dos ausencias de alto rango, la del presidente chino Xi Jinping –que ha hecho de los Brics un elemento central en su intento de reconfigurar el equilibrio global de poder– y la del presidente ruso Vladimir Putin, quien ha criticado a Brasil por no haber asumido una posición más firme respecto a la orden de arresto internacional solicitada por Estados Unidos contra él. Ambos enviaron a sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores.
Para el canciller ruso, Serguéi Lavrov, la inmensa mayoría de los países Brics está de todos modos interesada en implementar mecanismos de desarrollo independientes de Occidente, y las instituciones emergentes reflejan el verdadero equilibrio de poder existente a nivel global. Los Brics –dijo Lavrov– son el motor de una transformación inédita, que busca construir una arquitectura económica más estable, basada en principios de transparencia y no discriminación, y garantizar el acceso igualitario a las oportunidades disponibles para todos.
Es inaceptable –añadió el jefe de la diplomacia rusa– seguir usando el Fondo Monetario Internacional (Fmi) y el Banco Mundial para mantener prácticas neocoloniales; por lo tanto, Lavrov denunció que la Organización Mundial del Comercio lo permite, e instó a reformar las instituciones de Bretton Woods. Una propuesta hecha suya por todo el bloque de países emergentes.
Para Lavrov, la situación se está descontrolando incluso en algunos países desarrollados, ya que en Occidente es común condicionar la prestación de asistencia financiera a cuestiones de carácter político. Como ejemplo, el jefe de la diplomacia rusa refirió que se han entregado fondos en «ayuda militar» a Ucrania equivalentes al 500% de su PIB, mientras que numerosos países de África no han podido acceder a ingresos para sostener sus expectativas de desarrollo.
Comercio en monedas locales y desafíos arancelarios
Los Brics han reafirmado además su compromiso de promover el comercio en monedas locales entre los once países del grupo, que son responsables del 40% del PIB mundial y del 26% de las exportaciones globales. La cumbre, que ya contaba con un grupo de trabajo para discutir el aumento del comercio en monedas locales, también ha iniciado discusiones para establecer una iniciativa de garantías multilaterales, instrumentos financieros que protegen las inversiones extranjeras directas contra riesgos no comerciales en los países en desarrollo.
También se ha solicitado a los ministros de Finanzas de los países miembros que profundicen la discusión sobre la creación de una «iniciativa de pagos transfronterizos de los Brics». Interviniendo de forma remota en una de las plenarias de la Cumbre, Putin subrayó que el 90% de las transferencias entre Rusia y los demás países del grupo ya se realizan en monedas nacionales. En un encuentro preliminar a la cumbre, los ministros de Finanzas también discutieron medidas para facilitar el comercio intra-Brics, que alcanzó $422 mil millones en 2022, con un aumento del 56% desde 2017, a través de la reducción de las barreras no arancelarias y la armonización de los estándares técnicos.
Un tema particularmente sensible ante las decisiones de Trump, cuyo ultimátum expiró el 9 de julio. El magnate ya ha tejido acuerdos con el Reino Unido, con China y con Vietnam, y ha iniciado negociaciones con una decena de otros países, entre ellos la India. Por ello, al respecto, la declaración final expresó «serias preocupaciones por el aumento de las medidas arancelarias y no arancelarias unilaterales que distorsionan el comercio», pero evitó nombrar abiertamente a Trump y a Estados Unidos, así como el nombre del magnate quedó entre líneas en la condena de los bombardeos sobre Irán.