En el actual entorno socioeconómico internacional es muy difícil para los países del llamado tercer mundo acceder al desarrollo. Con una geopolítica cambiante en sus efectos, pero no en su esencia; lo cual implica que el poder del capital sigue rectorando las políticas y definiendo el camino; los países con economías más atrasadas no encuentran el Santo Grial que los conduzca a las transformaciones socioeconómicas necesarias para el cambio.
Ante esta situación, diversas han sido las alternativas en las que siempre hay un denominador común: ningún país por sí solo puede acceder a las transformaciones económicas que lo conduzcan al desarrollo. Se requiere el concurso de otras naciones para poder obtener materias primas, financiamientos, recursos tecnológicos, capital humano, capacitación y conocimiento, entre otros.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, varios espacios se abrieron para intentar coadyuvar a la tan necesaria transformación para el desarrollo equitativo: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el acuerdo sobre aranceles y comercio, etc., todos ellos signados por operar bajo la dirección de los poderosos, dígase Estados Unidos y el G7; por lo que los objetivos del desarrollo equitativo nunca se han logrado ni se alcanzarán por ese medio.
La cooperación internacional para el desarrollo se entiende como un conjunto de actividades que facilitan herramientas y oportunidades de crecimiento a personas y territorios en situaciones de vulnerabilidad. Siendo una relación que se establece entre dos o más países, organismos u organizaciones de la sociedad civil, con el objetivo de alcanzar metas de desarrollo consensuadas.
En los últimos cincuenta años muchos ejemplos de unidad en la cooperación internacional para el desarrollo se han puesto de manifiesto; al menos a escala de naciones, con intereses similares y cercanos en su territorio; para contrarrestar los efectos de las políticas de los poderosos y de sus instrumentos. Dígase la propia Comunidad Económica Europea, el MERCOSUR, la CELAC, y otros. Sin embargo, sus efectos han estado limitados a una escala reducida de cooperación comercial, sin extensiones a lo social y el desarrollo.
Sin embargo, a partir de 2010 una nueva organización internacional que fusiona a países en vías de desarrollo ha tomado fuerza en el contexto internacional actual: el BRICS.
El nombre de la formación son las iniciales de sus Estados miembros fundadores Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, todos ellos considerados economías emergentes, si bien a partir del 1 de enero de 2024 se incorporaron al grupo Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía, como se anunció en su XV Cumbre, celebrada en agosto de 2023 en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica.
Sus miembros fundadores han pedido un orden mundial más justo y la reforma de instituciones internacionales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Los países del BRICS reúnen características que se consideran clave para el potencial de crecimiento económico: gran extensión territorial, riqueza en recursos naturales y población absoluta, lo que puede traducirse en mayores oportunidades y competitividad.
Debido al creciente tamaño de sus economías y a su mayor actividad en el ámbito diplomático, los países del BRICS tienen cada vez más influencia en el proceso internacional de toma de decisiones. Para alcanzar un sistema de gobernanza efectivo, será fundamental regular la incidencia de estas potencias emergentes y reformar las instituciones globales, tengamos en cuenta que el BRICS ahora, después de la incorporación de los nuevos miembros, representa el 45,5 % de la población mundial, el 43,4 % de la producción global de petróleo, el 35,8 % del PIB mundial, y casi el 25 % de las exportaciones totales de bienes.
Con la difusión del poder global, es imposible reformar las instituciones internacionales si no se establece una cooperación positiva entre los miembros establecidos y los que están surgiendo ahora. En general, un enfoque incremental con mentalidad cooperativa puede ayudar a que el grupo transforme el actual orden mundial de una manera pacífica.
Una vez que Sudáfrica se unió al grupo, en abril de 2011, el término BRICS se convirtió en un símbolo muy utilizado para describir el cambio de eje del poder global, desde las economías desarrolladas hacia los principales países en desarrollo.
Cuando se habla de potencia económica emergente, se alude a un concepto teórico que define la dinámica de los países en desarrollo, pero que no refleja adecuadamente su impacto en el contexto geopolítico mundial. Las economías en cuestión han sido identificadas como potencias emergentes para hacer referencia a su mayor incidencia global.
Durante la última década, los miembros del BRICS han adoptado una intervención más activa dentro de los asuntos internacionales. Todo ello conduce a que jugar en su equipo puede ser una apuesta segura.
Me detengo en los BRICS como ejemplo de grupo de cooperación internacional. Después de aprobarse el pasado año la entrada de seis nuevos países al grupo (solo cinco terminaron entrando pues el presidente Miley de Argentina renunció a ello) ha crecido el prestigio y la participación de los BRICs en la economía internacional, muchos países en vías de desarrollo, entre ellos Cuba, intentan ser bien vistos por el grupo y solicitan entrar al mismo.
Para eso aprovechan la oportunidad de la actual cumbre del BRICS que se desarrolla en Kazán, Rusia, en este mes de octubre. El líder de la Federación Rusa, Vladimir Putin, presidente protémpore del Grupo por este año (2024), ha anunciado como objetivo, la realización de más de 200 eventos durante el año con la intención de aumentar su escalada e influencia internacional.
Uno de esos eventos fue el reciente Foro de los Partidos Políticos de los BRICS y asociados, que condenó la aplicación del bloqueo de EE. UU. a Cuba, al rechazar el uso de las ilegales medidas coercitivas unilaterales que pasan por alto la Carta de la ONU.
Llamado “ Por la Libertad de las Naciones”, sesionó del 17 al 19 de junio, en Vladivostok, Rusia, y en él se unieron al reclamo de la eliminación de Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Por iniciativa del partido Rusia Unida, se realizó esta reunión, que contó con la participación de 22 partidos políticos de gobiernos de los países miembros y asociados del mecanismo BRICS, incluido el Partido Comunista de Cuba.
No podemos ignorar el creciente interés que despierta en muchos países el BRICS. Hoy en día, más de treinta países, concretamente 34, han expresado su deseo de unirse de una forma u otra. Por ello, se ha iniciado un debate activo entre todos los participantes del BRICS sobre las modalidades de una nueva categoría de Estados socios. Todo lo anterior condiciona que Cuba esté muy interesado en formar parte del grupo.
Es por ello que, en fecha reciente, el gobierno cubano ha solicitado formalmente su ingreso al bloque. El director de asuntos bilaterales de la cancillería cubana, Carlos M. Pereira, informó en su cuenta “X” que La Habana envió una carta al presidente Vladimir Putin solicitando entrar al grupo.
Ahora bien, qué factores de beneficio pudiera tener Cuba al entrar a este grupo, a pesar de que tiene poco que aportar si lo comparamos con los otros 10 miembros en cuanto a población, PIB, recursos económicos, tecnología, finanzas.
Cuba aporta responsabilidad cívica y prestigio político internacional, Cuba aporta capital humano y experiencias en la gestión del conocimiento, Cuba aporta la experiencia de sobrevivir en condiciones extremas de bloqueo económico, comercial y financiero, pero sobre todo aporta transparencia en su gestión internacional y compromiso con el desarrollo equitativo de las naciones.
Cuba recibe del grupo la posibilidad de encontrar aliados que se constituyen actores claves en la geopolítica global, establecer alianzas estratégicas desde dentro del bloque que coadyuven al desarrollo económico de la nación antillana, participar en un grupo que se constituye una alternativa para la construcción de un orden mundial más justo, lo cual ha sido un reclamo de Cuba en todos los foros internacionales los últimos 60 años, aprender de la experiencia de estas naciones en el enfrentamiento a las crisis y, sobre todo, establecer acuerdos comerciales beneficiosos en el orden financiero y tecnológico que le permitan contrarrestar los efectos del bloqueo norteamericano contra la isla.
Si en cuestión de medidas económicas externas hablamos, la oportunidad de integrarse Cuba al BRICS como Estado Asociado es vital para asegurar la sostenibilidad económica de la isla y su futuro inmediato, esperemos que en la cumbre de Kazán se apruebe esta moción, para el bien de todos los cubanos.