Autor: Ing. Andrés Martínez Ravelo
La nota oficial del Banco Central de Cuba sobre las estafas multinivel o piramidales, también denominadas esquemas de Ponzi, publicada en su sitio oficial de internet y divulgada en los medios nacionales el pasado 13 de mayo, llamó la atención de los cubanos sobre un tema poco conocido hasta entonces.
Con la excepción de especialistas y otros investigadores sobre asuntos económicos, o algunos curiosos navegando en Internet, la inmensa mayoría desconocía la existencia de tales operaciones ajenas a nuestra realidad hasta ahora.
Como se explicó “existen numerosas experiencias internacionales de este tipo de estafas que culminan con el colapso del esquema y la pérdida de patrimonio de los inversionistas, que pasan a convertirse en víctimas”. Aquellos que disfrutaron de la película El mago de las mentiras, protagonizada por Robert De Niro y Michelle Pfeiffer, que aborda el drama del estafador norteamericano Bernard Madoff, puede que supieran de qué se estaba hablando.
En el filme se recrea cómo Madoff, con su desfalco de 65 mil millones de dólares, fue autor del fraude financiero más grande de la historia. La operación era “sencilla” desde la década de los 90, Bernard tomaba los millones de millones que les confiaban unos inversionistas para pagarles supuestos dividendos a otros y hacerse con la plata, para sostener su opulento estilo de vida. Cuando en el 2008 el modelo se agotó, se vio sin efectivo para cubrir obligaciones por 7 mil millones de dólares ¿y entonces?… se acabó la película y el buen vivir del estafador, el que fue condenado a 150 años de prisión, donde falleció víctima de cáncer; pero dejaba una estela de 135 mil víctimas incautas.
Los menos informados se preguntaron ¿por qué se llaman esquema de Ponzi? El nombre de estas operaciones fraudulentas se debe a Carlo Ponzi, famoso delincuente de origen italiano, especializado en estafas que, en la década de 1920 en los Estados Unidos, de un esquema basado en el arbitraje legítimo de sellos postales que enviaban los emigrantes italianos a sus familiares, comenzó a desviar el dinero de nuevos inversores para realizar pagos a inversores anteriores y a sí mismo.
Ponzi fue condenado por el delito de estafa a cumplir cinco años de prisión; pero salió antes en libertad condicional y huyó a otros estados de la unión manteniendo su estilo de vida. Su esquema tuvo tal repercusión mediática, que le valió para que este tipo de estafas fueran bautizadas con su “ilustre nombre” hasta hoy.
En todos los casos, su sustento radica en el crecimiento exponencial de la cantidad de inversionistas captados, lo que no es posible mantener en el largo plazo. Y es que el sistema marcha bien hasta el momento en que dejan de entrar tontos que se conviertan en nuevas víctimas. Es por eso que, como señala la nota: “…, casi siempre plantean a sus clientes la necesidad de reclutar a más personas para hacer crecer el negocio”.
El esquema de Ponzi no ha pasado de moda. En Internet pululan los que van a pescar a río revuelto, en busca de ingenuos. Estos hacen uso de aplicaciones móviles falsas, de sitios web fraudulentos, de tuits y actualizaciones engañosas en las redes sociales y de los correos electrónicos de estafas; entre otras modalidades.
En Facebook se menciona por ejemplo la “Flor de la Abundancia”, esquema que va desde Argentina hasta México. Otras cadenas existen, prometiendo los mejores rendimientos para el inversionista y siempre por la línea del menor esfuerzo, otorgando dinero fácil, pero que concluyen en la necesidad del reclutamiento.
Los estafadores incluyen a las criptomonedas como su mejor variante, teniendo en cuenta que por su propio origen se encuentran fuera de las regulaciones de los bancos y de los gobiernos, posibilitando el anonimato de los delincuentes, lo que las convierten en su canal preferido y, por ende, en activos de alto riesgo. A estos riesgos por operaciones fraudulentas, se suman su volatilidad actual y los asociados al costo de la minería de bitcoins.
En los últimos meses, por ejemplo, la volatilidad del Bitcoins y del resto de las monedas virtuales es alarmante, llegando a la descapitalización del 35 % de su valor en un día, asunto por el que el Banco Central Europeo ya considera que está eclipsando a la burbuja de los Tulipanes del año 1637 en los Países Bajos. Por su parte, las actividades delictivas como el ransomware o robo de datos de ordenadores y el hakeo de los monederos virtuales, va en incremento en cualquier latitud.
No obstante, sería un error afirmar de manera absoluta que los negocios digitales son una estafa o que son algo transitorio. Hoy circulan más de 10 mil monedas virtuales como medios de pagos y según datos de Coin ATM Radar, existen unos 15 mil 600 cajeros automáticos de criptomonedas en el mundo.
La tecnología blockchain que usan, se ha ido afianzando con el paso de los años y numerosos expertos de la materia le auguran un futuro excelente. Algunos de los cálculos realizados, muestran resultados cuyo valor llega hasta los 20 mil millones de dólares. Los estudiosos plantean que solo estamos en los primeros años de las monedas digitales y que a estas les queda una vida muy larga. Varias naciones, incluyendo Venezuela que apuesta por la primera criptodivisa con respaldo de recursos, han legalizado su uso como dinero, haciendo efectivo el pago de bienes y servicios como: hoteles, aerolíneas, parques turísticos y hasta la adquisición de autos. Otras, como China, las consideran ilegales, sin embargo, es el país donde se produce el 64 % del minado de bitcoins del mundo; seguida de Rusia y Ucrania.
En Cuba, muchos jóvenes y también menos jóvenes, acceden hoy a través de las nuevas tecnologías a los blockchain y cuentan ya con sus propias e-Wallet o billeteras digitales, a través de las cuales han adquirido sus bitcoins, de acuerdo a sus preferencias, ya sea: Bitcoins, Ethereums, Ripple XSP o cualquier otra; pero la pregunta es ¿Están protegidos ante estafas y estafadores los que se lanzan al emprendimiento?
En su intervención en la Mesa Redonda el 2 de julio de 2019, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil afirmaba: “Estamos estudiando su aplicación en las relaciones comerciales nacionales e internacionales, para lo cual se trabaja de conjunto con la academia, porque aquí hay talento suficiente para estudiar esos fenómenos a partir de nuestra realidad”. Queda claro que su uso no estaría descartado en Cuba, pero con orden.
Si bien el esquema de Ponzi es ilegal por ser tipificado como estafa, no es hasta su desplome que aparecen las denuncias e investigaciones, y normalmente es el demandante el que tiene que probar que se trata de una estafa piramidal.
No seamos ingenuos: usemos nasobuco, lavémonos las manos, mantengamos el distanciamiento físico, usemos condón y también protejámonos de los estafadores; porque las tecnologías de la informática y las comunicaciones, también tienen riesgos en la nueva normalidad. Mientras tanto, según concluye la nota:
“El Banco Central de Cuba, como autoridad monetaria y regulador del sistema financiero, aconseja al público no involucrarse en operaciones de esta naturaleza”.
*Ingeniero Andrés Martínez Ravelo.
Miembro Distinguido de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba.