Las estimaciones recientes sobre el ascenso del nivel medio del mar en el archipiélago cubano, para los años 2050 y 2100, muestran que los rangos observados son superiores a los previstos en la primera década del presente siglo.
Si en aquel momento las cifras proyectadas indicaban que el aumento vaticinado estaría en el orden de 27 centímetros en el primer plazo mencionado y 85 en el segundo, en la actualidad subieron a 29,3 y 95 centímetros, respectivamente.
Tomando en cuenta esa perspectiva, el impacto de la subida del nivel medio del mar, una de las principales amenazas del cambio climático que enfrenta el país, debe ser superior al esperado inicialmente, de manera particular en zonas costeras bajas y humedales.
RESILIENCIA EN LA MIRILLA
Directivos de los ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, y de la Oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba, suscribieron en diciembre pasado el proyecto Mi costa, cuyo objetivo fundamental es fortalecer la resiliencia al cambio climático a lo largo de 1 300 kilómetros de línea costera en el sur de Cuba.
El máster en Ciencias José Manuel Guzmán Menéndez, jefe del departamento de Medio Ambiente de la dirección de Medio Ambiente del Citma y director general del proyecto, dijo a Granma que las acciones encaminadas a lograr el propósito enunciado se implementarán por un periodo de ocho años en dos tramos del litoral sur, que abarcan siete provincias, 24 municipios y siete sitios de intervención directa.
Financiado de manera conjunta por el Fondo Verde para el Clima, mecanismo financiero de la Convención marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático, y varios organismos nacionales, Mi costa se propone contribuir a la restauración de unas 11 000 hectáreas de mangle, 3 000 de bosques de ciénaga, 9 000 de pastos marinos y 134 kilómetros de arrecifes coralinos, aseveró.
Ello propiciará la recuperación de esas barreras naturales protectoras de la línea costera, ante la ocurrencia de fuertes marejadas generadas por huracanes y otros eventos meteorológicos.
Igualmente, resaltó el científico, incrementará la capacidad de adaptación de las comunidades, especialmente en situación de vulnerabilidad, al ascenso del nivel del mar, localizadas en las áreas descritas en el proyecto.
Consultado sobre el tema, Guzmán Menéndez explicó que la selección de los tramos responde a la solicitud del Citma, a partir de los resultados del Macroproyecto sobre peligros y vulnerabilidad costera para los años 2050-2100, iniciado en 2007.
«La protección y rehabilitación de los ecosistemas que protegen a la costa, la creación de capacidades a nivel de los gobiernos locales y las comunidades y el fortalecimiento del sistema regulatorio, son los pilares fundamentales del proyecto, que tiene como entidad ejecutora al Instituto de Ciencias del Mar (Icimar) y de la Agencia de Medio Ambiente del Citma.
«No menos importante es la incorporación del enfoque de Adaptación basado en ecosistema al cambio climático, en la agenda de las instituciones territoriales responsables de la gestión y manejo de la zona costera», afirmó.
El experto manifestó que las acciones de rehabilitación de manglares, herbazales, y bosques de ciénaga, junto a la restauración y mejoramiento de los flujos de agua, solo se ejecutarán en los siete sitios de intervención directa previstos.
Son estos el poblado de La Coloma, en Pinar del Río; Playa Cajío (Artemisa), Surgidero de Batabanó (Mayabeque), Júcaro (Ciego de Ávila), Playa Florida y Santa Cruz del Sur (Camagüey) y Manzanillo, en el territorio de Granma.
Los lugares escogidos se ubican en zonas bajas inundables, donde el incremento progresivo del nivel medio del mar y la erosión costera afectarán, a mediano y largo plazo, los asentamientos expuestos a tales amenazas.
Vale añadir que la protección natural en esas localidades ha sido perjudicada durante muchos años por la tala, los cambios en el uso de los suelos, la contaminación y la urbanización, entre otros factores.
De acuerdo con lo planteado por el Jefe del Departamento de Medio Ambiente, del Citma, los principales problemas que presentan los humedales costeros comprendidos en el proyecto son la reducción de la franja de manglares y sus bosques, los cambios observados en su composición y el desplazamiento provocado por poblaciones de especies exóticas invasoras.
Ante el desfavorable escenario, estos reducen la capacidad de brindar bienes y servicios, lo que sumado a los impactos dañinos del cambio climático, origina perjuicios adicionales a la infraestructura económicas, asentamientos humanos, cultivos y la ganadería, por citar algunos ejemplos, puntualizó.
«Tomando en cuenta que las limitaciones de agua traen consigo graves alteraciones en la composición y productividad de los humedales, las intervenciones hidrológicas beneficiarán a las comunidades, a los ecosistemas y a la sostenibilidad del proyecto», acotó.
Para lograr ese objetivo, es imprescindible aplicar un grupo de acciones enfiladas a poner coto a la sobreexplotación de las fuentes de agua subterráneas, favorecer sus recargas y mejorar los canales, zanjas de desagüe y otros sistemas de drenaje.
El proyecto beneficiará a 1,3 millones de personas, 444 800 de manera directa, y con sus acciones apoyará la implementación del Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático (Tarea Vida) en los municipios más vulnerables de la costa sur de Cuba.
De igual manera, tributará a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible, incluidos en la Agenda 2030.
Como esbozó el profesor Guzmán Menéndez, está prevista la capacitación y el entrenamiento del mayor número posible de personas residentes en los 24 municipios costeros, las autoridades locales y los líderes comunitarios.
Al mismo tiempo, se facilitará el acceso a las informaciones sobre el comportamiento de las variables climáticas y a los resultados del monitoreo ambiental, que evaluará los impactos de las intervenciones enunciadas en la recuperación de la vegetación costera (básicamente los manglares), la calidad del agua y la salud de los pastos marinos y arrecifes de coral.
Más allá de robustecer la resiliencia y la adaptación al cambio climático, el Proyecto Mi costa deviene en herramienta de suma utilidad para el desarrollo comunitario local, al unir a todos los actores en función de transitar hacia un modelo socioeconómico eficiente y sostenible.