Comienza el año 2022 con una noticia que resulta “más de lo mismo”, aunque algunos no lo entiendan o “se quieren hacer los suecos”. Resulta que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de los Estados Unidos impuso una multa de 91 mil dólares a la compañía Airbnb, por aceptar huéspedes en Cuba y violar las sanciones impuestas a la Isla.
Para muchos cubanos, el sancionado era casi desconocido; pero su verdugo sí es famoso: aquel que en otras ocasiones ha formado parte de la engrasada maquinaria de torturas del país norteamericano y ha sancionado a los que se relacionen con Cuba.
Para entenderlo mejor, debemos decir que con el desarrollo de las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs) han surgido nuevas empresas como Uber, Cabafy, Amazon, Alibaba, Deleveroo, Glovo o la mencionada Airbnb, que prestan servicios a través de Internet, con un modelo de negocios que se incluye en la llamada “economía colaborativa” y que involucran a tres entidades: la plataforma digital, el cliente y el propietario.
De ellas, la multada Airbnb se dedica a los servicios de alojamiento en viviendas privadas en todo el mundo. Las revistas especializadas la distinguen como la más popular y uno de los negocios más disruptivos en el ámbito del sector turístico a escala internacional, lo que representa una ventaja para huéspedes y propietarios.
Se conecta con propietarios de más de 190 países y ofrece 500 mil habitaciones en 50 mil ciudades. Su nombre es parte de su historia. Todo comenzó cuando a dos jóvenes universitarios se les ocurrió comprar colchones inflables (airbed) para rentar espacios, para un evento que tendría lugar en la ciudad de San Francisco, en el año 2007; a través de Internet. Para ello utilizaron la modalidad de Bed and Breakfast (bnb) o Cama y Desayuno en español, de su conjugación proviene el acrónimo airbnb.
En Cuba, la compañía ha prestado servicios desde el año 2015 en ciudades como Nueva Gerona, La Habana, Viñales, Varadero, Trinidad y Cienfuegos. En esta última, se contabilizan actualmente 300 habitaciones; fundamentalmente a lo largo del Prado, el Malecón y en el barrio de Punta Gorda, según el sitio oficial de la plataforma.
Los propietarios de viviendas en Cuba han podido optar por ella, aunque de manera limitada debido a las sanciones, por supuesto. Es que Airbnb, entre sus políticas, establece que: “el precio en todos los países es en dólares” y “se podrán pagar en tarjeta de créditos PayPal, tarjetas de débitos prepagadas Payoner y Western Unión”, entre otros.
También, de manera discriminatoria con los norteamericanos, deja claro que “los viajeros que no sean estadounidenses” pueden utilizar Airbnb para reservar un alojamiento en Cuba y que “el Departamento del Tesoro les había otorgado una autorización especial” que les permitía ofrecer determinados servicios de viajes aprobados a los “usuarios no estadounidenses que visiten Cuba”.
Por supuesto que, decir que los cubanos pueden hacer uso de las tarjetas de créditos PayPal, es una burla. Resulta que la palabra Cuba o cualquier cosa que “huela” al país caribeño entre los que operan sus cuentas en PayPal, está disciplinadamente prohibido: sea el lugar del mundo que sea. ¿La causa? Esta compañía también recibió su escarmiento por violar las leyes del “embargo” y aprendió muy bien la lección del verdugo.
Los propietarios que lo intentan, lo hacen burlando las reglas y utilizan una VPN o Virtual Personal Network (Red Privada Virtual) que les permita disfrazar su identidad para navegar por Internet, con operaciones de dudosa legalidad. Esto es hipócrita, sabiendo que el Departamento del Tesoro de EE.UU. ha aprobado operaciones a mercenarios cubanos a través de PayPal y que Dan Shulman, director ejecutivo o Chief Executive Officer (CEO) de la compañía, estuvo acompañando al señor Obama en su cacareado encuentro con emprendedores en La Habana.
Otra burla del anuncio es lo referente a las otras modalidades propuestas para efectuar los depósitos, sabiendo que durante el mandato del emperador Trump, la Western Union fue obligada a abandonar Cuba y sus usuarios han tenido que buscar soluciones para cobrar o recibir remesas en dólares, acudiendo a intermediarios y fuentes dudosas que especulan con sus ingresos.
Ahora el señor Biden, dando continuidad a la política de la Florida (disculpen quise decir de Washington), utiliza nuevamente a la OFAC para dar una vuelta más al torniquete del garrote vil del bloqueo genocida contra Cuba.
La “multica” se suma a una larga lista de medidas que tratan de castigar al pueblo cubano por la herejía de ser libres y soberanos y por desconocer el dogma de sus doctrinas del Destino manifiesto, la Fruta madura y América para los americanos.